miércoles, 6 de noviembre de 2019

Me marchito cual hierba soy pero tu Palabra permanece para siempre


Una voz dice: Proclama. ¿Y qué voy a proclamar?, respondo yo. Que todo mortal es como la hierba, y toda su gloria como la flor del campo. 
Isaías 40:6. NVI.

Lectura: Isaías 40:1-17.  Versículo del día: Isaías 40:6.

MEDITACIÓN DIARIA

Isaías nos habla profetizando la venida del Señor Jesucristo a la tierra. Por eso dice: “Una voz proclama: Preparen en el desierto un camino para el Señor; enderecen en la estepa un sendero para nuestro Dios” (v. 3). A Juan el Bautista, le fue encomendada esta misión (Mateo 3:1-3). Que todos, incluyendo su naturaleza creada como montes, colinas y valles, se levanten para ver la gloria del Señor e igual la verá toda la humanidad (v. 4 en la lectura). Hay que proclamar su venida a su pueblo. Y Continúa el capítulo de Isaías: “Sin duda, el pueblo es hierba. La hierba se seca y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre” (vv. 7b-8). “Miren, el Señor omnipotente llega con poder, y con su brazo gobierna. Su galardón lo acompaña; su recompensa lo precede. Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas” (vv. 10-11). Jesús es el buen Pastor que cuida sus ovejas; el que las lleva en sus brazos y las limpia cuando están heridas. Sus ovejas oyen su voz y le siguen (Juan 10:27-30).
Esto fue lo que vino a realizar Jesús cuando siendo Dios se hizo hombre. Vino primero que todo para que lo reconociera su pueblo, pero ellos lo rechazaron. Entonces, su bendita Palabra se posó en los gentiles que somos todos los demás pueblos de la tierra. Nuestro amado Jesús vino como el Mesías sufriente y ahora lo estamos esperando como el Mesías reinante. Quedémonos en lo que estamos: en el período de la gracia. Ya no vivimos atados a la ley; somos salvos por gracia, por regalo de Dios y no debemos desaprovechar ese maravilloso regalo. Jesús quiere entrar a tu vida para que entiendas su Palabra porque ésta, al contrario de la hierba que eres tú permanece para siempre. Oremos:

Señor Jesús: gracias por tu mensaje de salvación dado a la humanidad desde tiempos antiguos. Hoy tengo la oportunidad de aceptar lo que hiciste por mí al venir a este mundo. Toma mi vida Jesús y hazme conforme a tu voluntad. Gracias por perdonarme y limpiarme de todo pecado. Gracias por tu Palabra que me instruye cada día y me alimenta espiritualmente. ¡Alabo y bendigo tu Nombre!

Un abrazo y bendiciones.

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