miércoles, 27 de noviembre de 2019

Comenzando a vislumbrar la promesa


Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre. 
Isaías 45:3. NVI.

Lectura: Isaías 45:1-7.  Versículo del día: Isaías 45:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Hay momentos en que nos sentimos caídos, pensativos y quizá desesperanzados porque no vemos en el horizonte una luz que ilumine nuestro andar. Entonces, se manifiesta el Gran Señor que tenemos en el corazón y nos asombra con sus promesas: “Marcharé al frente de ti, y allanaré las montañas; haré pedazos las puertas de bronce y cortaré los cerrojos de hierro. Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el Señor, el Dios de Israel, que te llama por tu nombre” (vv. 2-3).
No hay que dudar; así no lo veamos actuar o cuando más frustrados y solos nos encontremos, el Señor no está quieto como solemos creer. Él está actuando; sabe que lo amamos a pesar de caer vez tras vez y su misericordia es tan grande que al vernos llorar nos envuelve entre sus brazos y nos consuela devolviéndonos ternura y amor a cabio de nuestra transgresión. Las puertas de bronce y los cerrojos de hierro caerán porque hay Uno más Poderoso que el maligno para sacarnos avante. Estoy segura que tal como dice esta Palabra: “Te daré los tesoros de las tinieblas, y las riquezas guardadas en lugares secretos”, así se cumplirá. No solo lo afirmo ahora. Es una promesa junto con la de Hageo que mi Señor me regaló hace unos diez o quince años (Hageo 2:5-9), y yo ahora estoy comenzando a vislumbrarla. Sé que llegará y muy pronto sucederá.

Mi Amado Señor: gracias por estar siempre ahí, esperando por cada uno de los tuyos que se ha alejado o se encuentra desesperado porque no te ve y Tú con tu bondad de siempre lo que haces es volvernos a cautivar con lazos de ternura para devolvernos la confianza en Ti y para que sepamos que estás, más que nada, pendiente de nosotros. ¡Te alabamos bendito Señor! ¡Gracias, muchas gracias!

Un abrazo y bendiciones.

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