Recuerden esto: El que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia, en abundancia cosechará. Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría.
2 Corintios 9:6-7. NVI.
Lectura: 2 Corintios 9:6.
Versículos del día: 2 corintios 9:6-7.
MEDITACIÓN DIARIA
El pasaje nos habla en
especial en dar para los santos; o sea para quienes nos comparten la Palabra de
Dios; llamémoslo diezmo u ofrenda. El caso es que debemos dar y dar con corazón
alegre. Miremos lo que nos dicen los versículos siguientes: Dios puede hacer que
abunde la gracia en cada uno, de manera tal que en diferentes circunstancias tengamos
todo lo necesario y toda buena obra surja en cada uno de nosotros (vv. 8-9). Así
es. Estoy convencida que Dios responde y bendice cuando somos generosos con su
obra. Dios no se queda con nada guardado. Recordemos la ofrenda de la viuda.
Dios no está interesado en la cantidad sino en la calidad; o sea en la
intención del corazón. Por otro lado: “El que le suple semilla al que siembra
también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes
produzcan una abundante cosecha de justicia” (v. 10). Esto nos demuestra que
hay que obrar también como dice el dicho: ‘no dar el pescado sino enseñar a
pescar.
Me encanta esta parte de
la Palabra de Dios porque es tan cierto lo que nos dice el apóstol Pablo: “el
que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que siembra en abundancia,
en abundancia cosechará”. He podido comprobarlo en mi vida y es que no es
solamente sembrar con dinero; igualmente lo es con nuestro tiempo, con buenas
acciones, con amor o con sonrisas simplemente. Siempre he dicho que todos
tenemos algo para dar; lo que pasa es que se nos olvida porque estamos tan
acostumbrados ya a la indiferencia que no practicamos en verdad lo que es el
amor. También porque nos duele dar; se nos olvida que hay mayor dicha en dar
que en recibir (Hechos 20:35). Aprendamos a ofrecer de lo que tenemos; de lo
que Dios mismo nos ha regalado.
Amado Señor: te
rogamos pongas en cada corazón la disposición de dar primero que todo para que
tu obra crezca. Enséñanos a ser generosos y a entender que Tú Eres el Dueño
absolutamente de todo el dinero y la plata del mundo. Que a Ti te damos de lo
que precisamente es Tuyo. También bendito Señor, que no se nos olvide regalar
un ‘buenos días’, un ‘gracias’, una sonrisa o un hombro para consolar. Gracias
por tu Palabra que siempre está dispuesta para enseñarnos. ¡Te alabamos y te
bendecimos Dios dador de todas las cosas!
Un abrazo y bendiciones.
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