David le contestó: ―Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien has desafiado.
1 Samuel 17:45.
Lectura: 1 Samuel
17:1-58. Versículo del día: 1 Samuel
17:45
MEDITACIÓN DIARIA
Muy seguramente nos
llegarán momentos en donde tenemos que enfrentarnos a grandes retos o desafíos
y pensamos si seremos capaces de hacerlo o nos dejaremos vencer por el temor. Un
filisteo gigante llamado Goliat retaba al pueblo de Israel, para que algún
guerrero saliera a pelear contra él, creyéndose poderoso e invencible. “El
filisteo salía mañana y tarde a desafiar a los israelitas, y así lo estuvo
haciendo durante cuarenta días” (v. 16). Hasta que sucedió que el joven David
quien era pastor de las ovejas de su padre, fue a llevarle a sus hermanos al
campo de batalla provisiones y escuchó al fiisteo. “¿Quién se cree este
filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?” (v.
26b). David, le dijo al rey Saúl: “¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de
este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él” (v. 32).
David no resistió el
traje de campaña. Él se enfrentaba al gigante simplemente con cinco piedras y
una honda (vv.38-40), y en el nombre del Señor Todopoderoso (v. 45). Así fue
como lo venció. David tenía un corazón como Dios lo deseaba y dependía
totalmente de Él. Esa confianza salió a relucir en el momento preciso.
La lección para nosotros
es bien clara: ¿Cuántas veces nos amilanamos ante situaciones incluso menos
complicadas y no sabemos enfrentar a las personas? Creo que esto nos pasa por
no depender del Señor totalmente e ir en nuestras propias fuerzas. Busquemos el
rostro del Señor y tendremos la certeza que no necesitamos espadas ni ejército
alguno, porque será el Espíritu del Señor Todopoderoso quien peleará y vencerá
por nosotros (Zacarías 4:6).
Amado Señor: Te pedimos
nos enseñes a buscar continuamente tu rostro y depender de Ti en todos nuestros
asuntos para que en el día malo podamos enfrentar también a los gigantes que se nos presenten con el
valor y la fuerza que provienen de Tu Santo Espíritu, y no con las nuestras que
son humanas y fallan. Gracias por permitir que tu Santo Espíritu nos enseñe a
través de tu Palabra para cimentarnos y afianzarnos más en la fe que
profesamos.
Un abrazo y
bendiciones.
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