No devuelvan mal por mal ni insulto por insulto; más bien, bendigan, porque para esto fueron llamados, para heredar una bendición.
1 Pedro 3:9.
Lectura: 1 Pedro
3:8-12. Versículo del día: 1 Pedro 3:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Concienticémonos
profundamente en lo que dice el versículo del día: “bendigan, porque para esto
fueron llamados, para heredar una bendición”. Humm; estando tan acostumbrados a
hablar por hablar y a proferir lo que no es, ¡cuánto más nos cuesta bendecir!
Es que bendecir no es solamente decir: ‘bendiciones’, ‘Dios te bendiga’ o ‘te
bendigo’; bendecir es un buen decir. Así como maldecir no es solamente decir
‘maldito’sino todo lo que es un mal decir. O sea hablar negativamente o en
contra de otra persona.
Muchísimas veces salen
de nuestros labios palabras negativas y aun déspotas hacia alguien. Criticamos
y despellejamos fácilmente al prójimo. Y si por ejemplo, de la persona que
estamos hablando tiene un problema o ha caído, nuestras palabras la pueden
hundir mucho más. Recordemos que “En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes
la aman comerán de su fruto” (Proverbios 18:21). Con toda razón nos manda
Santiago frenar la lengua (Santiago 3:1-12). Pero a decir verdad, creo que
pasamos una y otra vez por ese pasaje y poca importancia le damos, sin tener en
mente que a Dios tenemos que responderle por toda palabra hablada: “Pero yo les
digo que en el día del juicio todos tendrán que dar cuenta de toda palabra
ociosa que hayan pronunciado” (Mateo 12:36).
Hemos recibido una
bendición inmensa con el regalo de salvación; además tenemos que desarrollar el
carácter de Cristo en nosotros porque así como los genes se transmiten así el
Señor nos transmite lo suyo de manera “que se conforme a la plena estatura de
Cristo” (Efesios 4:13). En conclusión, regalemos palabras de bien decir que es
lo que nos corresponde hacer.
Amado Dios y Señor
nuestro: Te rogamos que acalles nuestra boca cuando hablamos lo que no debemos.
Pon un sello en nuestros labios si ves que vamos a decir palabras en contra de
alguna persona. Ábrelos únicamente para hablar bien de nuestro prójimo, para
animar, para consolar y para amar con un corazón limpio, con una buena
conciencia y con una fe sincera. Muchas pero muchas gracias buen Señor.
Un abrazo y
bendiciones.
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