Tú, Señor, me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar.
Salmo 116:8.
Lectura: Salmo
116:1-19. Versículo del día: Salmo
116:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Tendré que decir igual
que el Salmista porque también me enredaron los lazos de la muerte, pero clamé al
Señor y el Señor me respondió (vv. 3-6). “¡Ya puedes, alma mía, estar
tranquila, que el Señor ha sido bueno contigo!” (v.
7). Así es. Y aunque en el día a día siguen llegando los problemas, sigo
creyendo en Dios. Siempre he dicho que la vida no es fácil pero es mucho más fácil
con el Señor. ¿Qué sería de mí si no hubiera conocido al Señor? Definitivamente,
Él es mi Roca, mi Torre fuerte, mi Refugio, mi Sanador y mi Libertador. ¿A
dónde más puedo acudir en momentos de sufrimiento y de angustia? Solamente a la
presencia del Señor, quien es el que en verdad me conoce y sabe hasta dónde
puede llegar mi dolor. ¡No soy merecedora de tanta clemencia! “¿Cómo puedo
pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado?” (v. 12). Anunciando su
salvación e invocando su Nombre ante los que no le conocen (v. 13). Esta es la
manera en que puedo en algo, retribuirle a mi Señor tanto bien realizado conmigo.
¡Ahora yo proclamaré su grandeza en mi vida!
Amado Señor: Gracias
por todas las angustias y dolores que has permitido en el transcurso de mi
vida. Gracias porque si no fuera por ellas, quizá no te tendría a Ti como mi
Consejero y Baluarte indiscutible. Gracias porque son muchas las lecciones que
me has dejado a través de desilusiones, tristezas, llantos y desesperación.
Sólo puedo decir que tu Nombre es excelso por los siglos de los siglos. Permite
mi Dios, que pueda ser útil en tu obra declarando lo que has hecho conmigo y
sirviendo de consuelo al prójimo.
Un abrazo y
bendiciones.
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