lunes, 13 de marzo de 2017

Rompiendo ataduras en nuestros hijos

Luego extendió el Señor la mano y, tocándome la boca, me dijo: He puesto en tu boca mis palabras. Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar. 
Jeremías 1:9-10.

Lectura: Jeremías 1: 1-19.  Versículos del día: Jeremías 1:9-10.

MEDITACIÓN DIARIA

Hace unos años leí en mi Biblia un devocional sobre unos padres que con base en los versículos de hoy precisamente, empezaron a orar por su hijita y el Señor hizo su obra en ella.
Cada día que pasa me doy cuenta que estar intercediendo y orando por nuestros hijitos es quizá el primer ministerio que tenemos como madres. Son tantas las acechanzas del maligno y la manera como se ensaña con ellos, que solamente los puede cubrir nuestra oración continua. Hay que orar aun desde antes de ellos nacer; hay que orar así sean bebés, infantes, adolescentes, mayores, casados, solteros o divorciados. En fin hay que orar perennemente por ellos y toda la vida. “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efesios 6:12). Y hay que hacerlo teniendo en cuenta el área física,  espiritual, material y emocional. Quizá ni siquiera sabemos cuáles son sus áreas afectadas ni lo que les esté pasando, pero Dios sí lo sabe y desea nuestro clamor por ellos.

Amado Dios, en el Nombre de tu bendito Hijo Jesucristo y con la autoridad que me has dado como madre rompo, destruyo, demuelo, derribo, arranco toda artimaña de Satanás en las vidas de mis hijos. Lucho contra toda fuerza espiritual que se esté levantando en contra de ellos, sea en el campo físico, espiritual, material o emocional. Saco toda avaricia, inmoralidad sexual, mentira, orgullo, prepotencia, celos, envidias, contiendas, engaños, adulterio y fornicación; amor al dinero, desobediencia, ira, sarcasmo, idolatría, brujería, hechicería,  robo, hurto, cleptomanía, no pagar deudas, desorden, menosprecio, altivez,  divisiones, críticas y miedos. Falta de perdonar y de pedir perdón; deseo de suicidio, baja autoestima, apatía o desánimo. Con esta misma autoridad lanzo todo esto al fondo del abismo para que sea quemado con fuego y destruido totalmente. Lanzo a Satanás y a sus secuaces de igual manera y lo reprendo en el Nombre de Jesús que es sobre todo Nombre. Declaro que la bendita sangre de Jesucristo tu Hijo muerto y resucitado por cada uno de ellos  los libera completamente, los limpia, los restaura y regenera. Planto en sus vidas tu bendita Palabra y los levanto como edificios cimentados y fortificados en la fe en Jesucristo, llenos de tu Santo Espíritu y con un corazón nuevo y agradecido para ir a proclamar el mensaje de las Buenas Nuevas a toda persona, reino o nación. ¡Gracias bendito Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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