Luego extendió el Señor la mano y, tocándome la boca, me dijo: He puesto en tu boca mis palabras. Mira, hoy te doy autoridad sobre naciones y reinos, para arrancar y derribar, para destruir y demoler, para construir y plantar.
Jeremías 1:9-10.
Lectura: Jeremías 1:
1-19. Versículos del día: Jeremías
1:9-10.
MEDITACIÓN DIARIA
Hace unos años leí en
mi Biblia un devocional sobre unos padres que con base en los versículos de hoy
precisamente, empezaron a orar por su hijita y el Señor hizo su obra en ella.
Cada día que pasa me
doy cuenta que estar intercediendo y orando por nuestros hijitos es quizá el
primer ministerio que tenemos como madres. Son tantas las acechanzas del
maligno y la manera como se ensaña con ellos, que solamente los puede cubrir
nuestra oración continua. Hay que orar aun desde antes de ellos nacer; hay que
orar así sean bebés, infantes, adolescentes, mayores, casados, solteros o
divorciados. En fin hay que orar perennemente por ellos y toda la vida. “Porque
nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra
autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra
fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efesios 6:12). Y
hay que hacerlo teniendo en cuenta el área física, espiritual, material y emocional. Quizá ni
siquiera sabemos cuáles son sus áreas afectadas ni lo que les esté pasando,
pero Dios sí lo sabe y desea nuestro clamor por ellos.
Amado Dios, en el
Nombre de tu bendito Hijo Jesucristo y con la autoridad que me has dado como
madre rompo, destruyo, demuelo, derribo, arranco toda artimaña de Satanás en
las vidas de mis hijos. Lucho contra toda fuerza espiritual que se esté
levantando en contra de ellos, sea en el campo físico, espiritual, material o
emocional. Saco toda avaricia, inmoralidad sexual, mentira, orgullo,
prepotencia, celos, envidias, contiendas, engaños, adulterio y fornicación;
amor al dinero, desobediencia, ira, sarcasmo, idolatría, brujería,
hechicería, robo, hurto, cleptomanía, no
pagar deudas, desorden, menosprecio, altivez, divisiones, críticas y miedos. Falta de
perdonar y de pedir perdón; deseo de suicidio, baja autoestima, apatía o
desánimo. Con esta misma autoridad lanzo todo esto al fondo del abismo para que
sea quemado con fuego y destruido totalmente. Lanzo a Satanás y a sus secuaces de
igual manera y lo reprendo en el Nombre de Jesús que es sobre todo Nombre. Declaro
que la bendita sangre de Jesucristo tu Hijo muerto y resucitado por cada uno de
ellos los libera completamente, los limpia,
los restaura y regenera. Planto en sus vidas tu bendita Palabra y los levanto
como edificios cimentados y fortificados en la fe en Jesucristo, llenos de tu
Santo Espíritu y con un corazón nuevo y agradecido para ir a proclamar el
mensaje de las Buenas Nuevas a toda persona, reino o nación. ¡Gracias bendito
Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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