viernes, 10 de marzo de 2017

No es que queramos, es una obligación

Si tu hermano peca, repréndelo; y, si se arrepiente, perdónalo. Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte “Me arrepiento”, perdónalo. 
Lucas 17:3-4.

Lectura: Lucas 17:1-10.  Versículos del día: Lucas 17:3-4.

MEDITACIÓN DIARIA

Si leemos desde el versículo 1, notaremos que primero habla del que es piedra de tropiezo para los más débiles en la fe y enseguida nos expresa sobre el perdón. Esto se puede dar en el hogar, en la Iglesia, en el trabajo o simplemente en el lugar donde nos encontremos. Si los que están a nuestro alrededor saben que somos cristianos y no damos testimonio con ello, no estamos haciendo nada. Pero pongamos el ejemplo en nuestras Iglesias: no todos son creyentes edificados y si alguien ofende a algún hermano, bien claro nos dice la Palabra que hay que perdonarlo sea las veces que sea necesario, así lo repita en un solo día.
Considero que la falta de perdón es uno de los problemas para que las Congregaciones no crezcan. Incluso puede no ser con un miembro de allí sino con otra persona de afuera. De todas maneras esta acción repercute en la Iglesia. El perdón debe darse con corazón sincero, transparente y con el ingrediente primordial que es el amor. Al final de la lectura el Señor afirma lo siguiente: “Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (v. 10). O sea no es gran cosa que perdonemos y estemos dispuestos a perdonar, es que es una obligación. Y si no lo hacemos no estamos agradando a Dios y lo que no agrada a Dios es pecado; y si en la Iglesia hay pecado es difícil que crezca tanto en miembros como espiritualmente.
Pongamos mucha atención al perdonar y al pedir perdón; es fundamental para la sanidad de la Iglesia.

Amado Señor: Gracias por tu Palabra que siempre es verdad. Rogamos que nos redarguyas con tu Santo Espíritu y nos muestres las áreas en las que estamos fallando y siendo piedra de tropiezo para el crecimiento de la Iglesia. Enséñanos a perdonar como Tú lo haces con cada uno de nosotros. También si es necesario, que aprendamos a bajar la cabeza, dejar el orgullo a un lado y ser humildes para pedir perdón. Gracias por tu misericordia y bondad. ¡Te amamos buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.


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