Dame, pues, la región montañosa que el Señor me prometió en esa ocasión.
Josué 14:12a.
Lectura: Josué
14:1-15. Versículo del día: Josué
14:12a.
MEDITACÓN DIARIA
Me inspiró a hacer este
devocional el hecho de que mi hijo le dedicó a mi esposo la canción de: ‘Dame
ese monte’ de Daniel Santoy y Jesús Adrián Romero. Es que leyendo Josué 14 es
muy claro que Caleb ya era de avanzada edad cuando se le cumplió la promesa que
le había hecho Moisés siervo del Señor. El mensaje es innegable: no importa
la edad que se tenga porque es el mismo Señor quien renueva las fuerzas y da
vigor para continuar. La promesa llegará y en su tiempo se cumplirá. Caleb lo
sabía muy bien: “Ya han pasado cuarenta y cinco años desde que el Señor hizo la
promesa por medio de Moisés, mientras Israel peregrinaba por el desierto; aquí
estoy este día con mis ochenta y cinco años: ¡el Señor me ha mantenido con
vida!” (v. 10).
¿Cuántos reciben
promesas del Señor en medio del desierto? Muchos. Es precisamente en el desierto
cuando el Señor habla más quedo al corazón (Oseas 2:14). Si ya se cumplieron,
es un motivo más para honrarlo; y si no, no importa: los tiempos del Señor no
son los nuestros. Lo importante es saber que aún se tienen fuerzas para
continuar y que nunca es tarde para alcanzar los objetivos. El propósito de
Dios puede precisamente estar en medio de la promesa y quizá ni cuenta nos
hemos dado. “Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que
por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios” (2 Corintios
1:20). Fiel es quien hizo la promesa; no hay que dudar.
Sí buen Dios: no
importan los años encima porque los sueños y la fuerza todavía se encuentran
ahí. Gracias porque creemos en quien las prometió que no es hombre para que mienta
ni hijo de hombre para que se arrepienta. Gracias porque por más que lleguen
gigantes para enfrentar Tú vas adelante derrotándolos; porque los muros que hay
que pasar Tú los derrumbarás. Gracias porque fortaleces al cansado y
acrecientas las fuerzas del débil. Gracias porque los que esperan en Ti
levantarán alas como las águilas; correrán y no se cansarán; caminarán y no se
fatigarán. ¡Te amamos Señor! ¡Gracias por tanta bondad!
Un abrazo y
bendiciones.
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