Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.
Lucas 6:38.
Lectura: Lucas 6:37-45. Versículo del día: Lucas 6:38.
MEDITACIÓN DIARIA
Miremos el versículo
del día teniendo en cuenta todo el contexto que nos habla del juzgar a los
demás: no juzguen, no condenen, perdonen (v. 37). Y continúa: den y se les
dará; medida llena, apretada, sacudida y desbordante. Concluyendo: “con la
medida que midan a otros, se les medirá a ustedes”. Esto no es más que aprender
a ser sensatos y no abrir la boca más de la cuenta para juzgar, porque con eso
mismo que juzgamos seremos juzgados por los demás. Estamos tan acostumbrados a
mirar los errores de los otros que somos ciegos y no vemos los nuestros. “¿Por
qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo y no le das
importancia a la viga que tienes en el tuyo?” (v. 41). ¡Qué fácil es poner el
dedo acusador en el prójimo y qué difícil aceptar que somos peores que ellos! Casos
se ven por montones por todos los ámbitos. E incluso en los mismos hogares: ¿cuántos
padres critican a sus hijos sin darse cuenta que ellos mismos fueron o son la raíz
de lo que ahora reprochan? Ejemplos claros: el adulterio, la violencia, el
maltrato, la ira desenfrenada, las palabras soeces, las borracheras, etc.
Aprendamos a ser prudentes, misericordiosos y compasivos dando amor si tenemos que reprender. No nos dejemos llevar por las habladurías ni el chisme que nos llevan a calumniar y a juzgar a priori. Podemos exhortar al hermano pero siempre con sabiduría y guiados por el Espíritu Santo, no por nuestros propios sentimientos.
Aprendamos a ser prudentes, misericordiosos y compasivos dando amor si tenemos que reprender. No nos dejemos llevar por las habladurías ni el chisme que nos llevan a calumniar y a juzgar a priori. Podemos exhortar al hermano pero siempre con sabiduría y guiados por el Espíritu Santo, no por nuestros propios sentimientos.
¡Oh Dios! Enséñanos a
no ser ligeros en el acusar y juzgar. Perdona las veces que hemos caído en este
pecado y danos la firmeza y el carácter necesario para reconocer primero
nuestros defectos. Permite que examinemos nuestras vidas, las limpiemos y
saquemos lo que nos está haciendo daño, antes de querer sacar la del hermano que
muy seguramente será mucho menor que la que nos está afectando. ¡Gracias mi
Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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