martes, 7 de marzo de 2017

Amar al enemigo es una orden

¿Acaso me he alegrado de la ruina de mi enemigo? ¿Acaso he celebrado su desgracia?
Job 31:29.

Lectura Job 31:29-34.  Versículo del día: Job 21:29.

MEDITACIÓN DIARIA

Job como hombre justo delante de Dios era consciente de su relación aun con sus enemigos. Nosotros también necesitamos amar a los enemigos. El Señor nos lo mandó: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen” (Mateo 5:44), y aclara que si no amamos a los enemigos, quiere decir que no somos hijos del Padre (Mateo 5:45). Si hacemos lo contrario, no estamos haciendo nada porque ¿si solo amamos a los que nos hacen bien, qué gracia hay? (Mateo 5:46). Al final de cuentas, quien se hace daño es quien se alegra y muy seguramente la otra persona ni siquiera se dará por enterada. Por otro lado, si la ofensa es bastante grande podemos dejarla en manos del Señor, quien se encargará de pelear por nosotros y ganar la batalla: “porque está escrito: Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor. Antes bien, si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta. No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien” (Mateo 5:19b-21).
Esta es la manera correcta de actuar y es lo que el Señor nos pide que hagamos. ¿Estamos dispuestos a obrar de esta manera? ¿Le vamos a obedecer? Miremos que no es solamente una sugerencia: “Amen a sus enemigos”, el verbo amar está en imperativo o sea es una orden que debemos acatar, gústenos o no. “No te alegres cuando caiga tu enemigo, ni se regocije tu corazón ante su desgracia, no sea que el Señor lo vea y no lo apruebe, y aparte de él su enojo” (Proverbios 24:17-18).

Amado Señor: Gracias por tu Palabra. Perdona si en nuestro corazón todavía existen sentimientos de rechazo, de discriminación, de envidia, de altivez, de orgullo contra las personas que nos han hecho daño. No permitas que jamás nos alegremos de ver al enemigo en desgracia. Enséñanos a perdonar y a orar por ellos con más ahínco. También enséñanos a tomar la decisión de obedecerte sin buscarle pretextos a tu orden. ¡Bendito eres buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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