Si mi pueblo tan sólo me escuchara, si Israel quisiera andar por mis caminos.Salmo 81:13.
Lectura: Salmo
81:1-16. Versículo del día: Salmo 81:13.
MEDITACIÓN DIARIA
Siempre el Señor ha
gemido por lo mismo; frases como: “Si mi pueblo tan sólo me escuchara” (v. 13);
“¡Ojalá su corazón esté siempre dispuesto a temerme y a cumplir todos mis
mandamientos!” (Deuteronomio 5:29); “Si hubieras prestado atención a mis
mandamientos” (Isaías 48:18); “¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas
y apedreas a los que se te envían!” (Mateo 23:37); “Cuando se acercaba a
Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: ¡Cómo quisiera que hoy
supieras lo que te puede traer paz!” (Lucas 19:41-42). Todas estas frases demuestran
la tristeza del Señor por los suyos. Por los que dicen conocerle, amarle y
seguirle pero poco o nada dan de sí mismos. El hombre que teme al Señor, se
deja instruir por Él; habita confiadamente y vive en reposo; dice también en su
Palabra. Pero nos perdemos cantidad de bendiciones porque no hacemos las cosas
como nos pide nuestro Dios; somos tercos, desagradecidos y desobedientes en
gran manera.
Sin embargo, es a su
pueblo que Él le pide que se humille, que ore, que se aparte de sus malas
costumbres; y ¿sí estamos escuchando sus ruegos? Estamos buscando su rostro? “Acérquense
a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes
los inconstantes, purifiquen su corazón! Reconozcan sus miserias, lloren y laméntense.
Que su risa se convierta en llanto, y su alegría en tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los
exaltará” (Santiago 4:8-10). ¡Cuánto nos cuesta humillarnos! Creo que en esto
radica más que todo el problema: Nos consideramos tan elevados, que ni siquiera
somos capaces de levantar la vista para mirar a nuestro Dios porque estamos arriba
mirándolo, como si fuésemos los amos y el Señor nuestro siervo. Se nos olvida
quién es nuestro Dios.
Amado Señor: Te rogamos
que pongas en nosotros un corazón de carne dispuesto a quebrantarse ante Ti; a
adorarte como lo mereces y a reconocer nuestras faltas, en especial el pecado
de idolatría hacia nosotros mismos. Perdona nuestro orgullo y el querer pasar
por encima de tu Nombre. Enséñanos a humillarnos y buscarte con corazón sincero
y dispuesto a seguirte de verdad.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario