Vuelvan a mí y sean salvos, todos los confines de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay ningún otro.Isaías 45:22.
Lectura: Isaías 45:15-25. Versículo del día: Isaías 45:22.
MEDITACIÓN DIARIA
Por medio del profeta
Isaías, Dios hace una llamado a la humanidad: “Vuelvan a mí y sean salvos,
todos los confines de la tierra”. El hombre pecador está separado de Dios y por
lo tanto le queda difícil encontrarse con Dios. El pecado ha creado una barrera
que no se puede traspasar sino solamente a través de Jesucristo, su Hijo, quien
vino a morir por todos nuestros pecados. Entonces, hay que levantar la vista y
mirar a Jesús, el autor y consumador de la fe. No existe ninguna otra
alternativa; no hay otro camino. No es verdad que todos los caminos conducen a
Roma, como queriendo afirmar que sí los hay y que ese es el lugar donde
encontraremos a Dios. Satanás es sutil y ha llenado de mentiras nuestra cabeza,
precisamente con el propósito de desviarnos del verdadero camino que es Jesús
de Nazaret. Él afirmó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó
Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6). No existe otro camino.
Ninguna religión salva,
ningún líder religioso fuera de Jesús, tampoco; ninguna filosofía ni ninguna persona
por buena que se crea puede ser salva, sin la ayuda de nuestro Salvador. Y por
si acaso queda alguna duda entre los ateos o inconversos, miremos lo que dice a
continuación el Señor: “He jurado por mí mismo, con integridad he pronunciado una
palabra irrevocable: Ante mí se doblará toda rodilla, y por mí jurará toda
lengua” (v. 23 en la lectura). Todos los que se burlaban, se enfurecieron o no
creían, quedarán avergonzados (v. 24).
Amado Dios y Padre:
Gracias porque desde la misma caída del hombre en el paraíso del Edén, nos
prometiste un Salvador y no dudaste en enviar a tu propio Hijo como Salvador
del mundo, demostrando tu gran amor a pesar de ser tan pecadores. Gracias Señor
Jesús porque cumpliste cabalmente el plan del Padre para pagar por nosotros y
llevar a cuestas todo el pecado de la humanidad. Reconocemos que no hay otro
Dios como Tú, buen Padre; y que tampoco existe otro camino sino solamente el
trazado por tu mano divina: Tu Hijo Jesucristo. ¡Gracias Jesús por venir a
morir en nuestro lugar!
Un abrazo y
bendiciones.
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