miércoles, 2 de septiembre de 2015

Cuando nos disponemos a escuchar, cumplimos su voluntad



—Ve y acuéstate —le dijo Elí—. Si alguien vuelve a llamarte, dile: Habla, Señor, que tu siervo escucha. 
1Samuel 3:9.


Lectura: 1 Samuel 3:1-21. Versículo del día: 1 Samuel 3:9.

MEDITACIÓN DIARIA

Escuchamos muchas cosas en la radio, la televisión, en las redes sociales, y las creemos. Sin embargo para escuchar la Palabra de Dios si somos tardos; o decimos que no entendemos. A muchos les parece locura creer lo que dice la Biblia, porque para el enemigo es fácil engañarnos, pero se le cree. Miremos cuántos no buscan al brujo de turno, para ir a preguntarle sobre sus vidas, ¡y claro! Se le cree. ¿Acaso el brujo es capaz de darnos vida? Solo hay uno que es la Vida y por ende nos devuelve la vida: El Señor Jesucristo. Cuando se pasan pruebas difíciles hay desánimo y las fuerzas desfallecen; pero tenemos que dejar que el Señor empiece a hablarnos, y nos vuelva a reconfortar: “Mientras él me hablaba, yo fui recobrando el ánimo y le dije: “Ya que me has reanimado, ¡háblame, Señor!” (Daniel 10:19).
¿Por qué no le decimos al Señor: —Habla que tu siervo escucha? Muy seguramente la respuesta es porque no queremos tampoco comprometernos. Dios nos habla y nuestros oídos están sordos; de lo contrario estaríamos dispuestos a cumplir su voluntad; a acatar sus mandatos. A preguntarle: ¿Qué quieres que haga Señor? Pidámosle a Dios que nos abra los oídos y nos haga sensibles a su voz para poder contestarle: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.  Cuando nos disponemos a escucharle, el Señor va haciendo su obra en cada uno y cumplimos su voluntad.

Amado Dios: Nos acogemos a tu Palabra. ¡Háblanos Señor que queremos escucharte! Reconocemos que las Buenas Nuevas que nos regalas son motivo de regocijo en nuestros corazones. Permite que tus palabras penetren y se arraiguen cual espada de doble filo, porque tu Palabra es verdad y en ella encontramos la Vida misma que eres Tú.

Un abrazo y bendiciones.

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