viernes, 4 de septiembre de 2015

Dando todo honor y gloria a nuestro Dios, el único digno de recibirla



Yo soy el Señor; ¡ése es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos. 
Isaías 42:8.


Lectura: Isaías 42:1-17.  Versículos del día: Isaías 42:8.

MEDITACIÓN DIARIA

No hay otro Dios fuera de nuestro Dios. Él es el único, Santo y Verdadero Señor del universo y de la creación. El hombre siendo dotado con inteligencia y discernimiento, se porta neciamente; los animales mismos reconocen que el Señor es su Amo. Es increíble cómo ante un rayo o temblor, ellos se hincan; braman o cacarean pidiendo clemencia al Dios que los creó. La naturaleza toda se inclina a adorarlo. “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento proclama la obra de sus manos”. (Salmo 19:1).
Nadie puede robarle la gloria a Dios, Él es el único que la merece: “Que sepan que tú eres el Señor, que ése es tu nombre; que sepan que sólo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Salmo 83:18). Cuando Pablo y Bernabé predicaban el Evangelio en Listra y Derbe, los habitantes de allí, al ver que en el nombre de Jesús se sanaban los enfermos los creyeron dioses, por lo cual ellos acongojados se lazan a la multitud gritando: “—Señores, ¿por qué hacen esto? Nosotros también somos hombres mortales como ustedes. Las buenas nuevas que les anunciamos es que dejen estas cosas sin valor y se vuelvan al Dios viviente, que hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos” (Hechos 14:15).
El Señor Jesús vino a glorificar al Padre; y el que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió (Juan 5:23). Volvamos nuestro corazón al Dios único y soberano Señor. Él nos hizo y por su voluntad divina, somos lo que somos. Jamás dejemos de reconocer que Él es Dios y que fuera de Él no existe nadie más.

Amado Señor y Dios nuestro: Tú eres digno de recibir toda la gloria, honra, honor, poder y alabanza, porque Tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen. Reconocemos que no somos nada y te pedimos perdón cuando hemos olvidado quien Eres y nos atribuimos honores que no nos corresponden. Gracias bendito Dios por tenernos en cuenta y haberte glorificado en nuestras vidas a través de tu Amado Hijo Jesucristo. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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