viernes, 18 de septiembre de 2015

Parte de mi testimonio




A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. 
Lucas 5:24b.


Lectura: Lucas 5:17-26.  Versículo del día: Lucas 24b.

MEDITACIÓN DIARIA

En ocasiones anteriores he escrito sobre esto, pero quizá hay personas que nunca han leído esta parte de mi testimonio: Al día siguiente de la cirugía de cáncer de mama que me practicaron quedé muy adolorida, puesto que no solamente me extrajeron el seno en su totalidad, sino que al hacer la reconstrucción tomaron parte de los músculos de mi estómago y también del lado izquierdo de mi espalda. Todo esto practicado el mismo día, por lo cual la duración fue como de siete u ocho horas. Lógicamente estaba muy adolorida y esa noche estuve muy mal e incluso por momentos perdí la respiración y casi me bajan a cuidados intensivos; tuve una gran angustia. Además de todo lo adolorida que me sentía, estoy segura que la angustia y el desasosiego que me dio fue más un ataque espiritual que físico. Esa noche se convirtió en interminable y lo único que me alivió fue escuchar una emisora cristiana local donde las canciones y temas cristianos me fueron apaciguando y calmando. Hacia el amanecer vi en la puerta escrito este versículo que no había notado antes y lo tomé para mí. Me dije, el Señor me está hablando y me dice que me levante y me vaya para mi casa.
Tan pronto aclaró me fue a visitar una amiga médica y le pedí que me ayudara a levantar así no fuera sino hasta el baño. Ella no quería por lo reciente de la cirugía pero al fin consintió y con dificultad di los cuatro o cinco pasos hasta el baño. Cuando llegó mi médico le informé que puesto que ya había sido capaz de levantarme, autorizara la salida y logré convencerlo. Estaba segura que si el Señor me lo había dicho, era porque no lo haría en mis propias fuerzas sino en las de Él. No solo me fui a casa ese día, mi recuperación fue más rápida de lo esperado y el Señor se glorificó tremendamente en mi vida. Ya han pasado siete años desde el diagnóstico y seis y medio de esa cirugía. Sigo en mis controles más por rutina que por cualquier otra cosa; mi oncólogo dice que estoy muy bien y que el mayor riesgo ya pasó; en otras palabras del cáncer ya no hay nada. ¡Gloria a Dios!
Al tejer todo lo sucedido esa noche veo con claridad que Satanás quiso llevarme pero mi buen Señor estuvo a mi lado fortaleciéndome y peleando la batalla por mí. Escribo mi testimonio para honra y gloria de mi Dios y para animar a los que estén en situaciones similares a creer en un Dios Santo, bondadoso, misericordioso y sanador. Así que: ‘Levántate y anda’.

Amado Señor: Jamás me cansaré de bendecir tu Nombre y hablar de lo que has hecho en mi vida. Muchas gracias porque ha sido tu bendita mano levantándome, sanándome y limpiándome completamente. Mi vida está en tus manos y contigo no tengo nada que temer. Además mi Señor, soy consciente de que si me voy, estaré por siempre a tu lado.

Un abrazo y bendiciones.

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