Sin perder tiempo, Abigaíl reunió doscientos panes, dos odres de vino, cinco ovejas asadas, treinta y cinco litros de trigo tostado, cien tortas de uvas pasas y doscientas tortas de higos.1 Samuel 25:18.
Lectura: 1 Samuel 25:1-44. Versículo del día: 1 Samuel 25:18.
MEDITACIÓN DIARIA
Abigaíl, la esposa de
Nabal un hombre acaudalado pero de mal carácter y soberbio, excusó a su esposo
cuando éste se obró mal al no haber recibido a los hombres de David. Ellos se
habían portado muy bien con los criados de Nabal e incluso ayudado a los
pastores a cuidar los rebaños, durante
todo el tiempo que estuvieron en los campos de Carmel, y Nabal les devolvía
bien por mal. Ante la negativa de Nabal, David resuelve enfrentársele con todo
su ejército. David estaba enfurecido con la actuación de Nabal y “la ira humana
no produce la vida justa que Dios quiere” (Santiago 1:20). Abigaíl remedia la
situación, saliendo a su encuentro con
regalos para él y sus criados; muy inteligentemente lo hace desistir de
vengarse por sus propias manos y
derramar sangre (vv. 5-30). Esta mujer, además de su belleza poseía la
inteligencia necesaria para saber actuar como ayuda idónea en los momentos
apremiantes. Aprendemos de ella, la sensatez, la fe, la sabiduría y la
valentía. Tal parece que a Abigaíl no le tocó la mejor parte dentro de su
matrimonio, pero supo llevar a su esposo y fortalecerse ella, a través de las
necedades de Nabal. Creo que los hombres desean tener como esposa y compañera a
mujeres bellas, pero lo más importante es cultivar la belleza interior y
Abigaíl lo supo hacer.
Dios mismo se encargó
de hacerle justicia a David: “Mía es la venganza; yo pagaré, dice el Señor”
(Romanos 12:19). Cuando Nabal murió
después de un ataque al corazón, aquella mujer inteligente y bella lo había
cautivado y al saber la noticia David, le pidió ser su esposa. Dios también
bendijo a Abigaíl permitiéndole casarse con el que sería el rey de Israel.
Amado Señor: Gracias
porque es tu Palabra la que nos habla sobre lo que significa ser una mujer
ejemplar. Enséñanos a nosotras las esposas a portarnos como la ayuda idónea que
todo hombre necesita. Danos sabiduría para actuar resueltamente cuando tenemos
que tomar acciones decisivas que nos
lleven a una mejor relación en nuestros hogares. Permite que los hombres sepan
valorar y entender ese sentido extra que Tú has dado a la mujer y acepten también sus opiniones. ¡Gracias buen
Dios por escucharnos!
Un abrazo y
bendiciones.
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