jueves, 10 de septiembre de 2015

Mujer: Escucha la voz de tu Amado




Mi amado me habló y me dijo: ¡Levántate, amada mía; ven conmigo, mujer hermosa! ¡Mira, el invierno se ha ido, y con él han cesado y se han ido las lluvias! Ya brotan flores en los campos; ¡el tiempo de la canción ha llegado! 
Cantares 2:10-12.


Lectura: Cantares 2:1-13.  Versículos del día: Cantares 2:11-12.

MEDITACIÓN DIARIA

Nuestro Amado Señor Jesús tiene un amor por su Iglesia, igual que un esposo con su esposa. Ella es la novia que espera con regocijo su Segunda Venida. Pero pensando en tanta mujer atribulada y maltratada diariamente no solo en sus hogares sino por toda una sociedad, estas lindas palabras del Señor son para todas ellas. ¿Quién más que nuestro buen Señor puede tratarnos con ese amor infinito? Él es el mismo que defendió a la mujer pecadora cuando ella le bañó los pies con sus lágrimas y luego secó con sus cabellos (Lucas 7:44), el que consoló a dos mujeres desoladas por la muerte de su hermano (Juan 11:17-31), y el mismo que entendió el dolor de una madre y quiso no dejarla abandonada (Juan 19:26-27).
Mujer: no estás sola, mira lo que te dice el Señor: “Porque el que te hizo es tu esposo; su nombre es el Señor Todopoderoso. Tu Redentor es el Santo de Israel; ¡Dios de toda la tierra es su nombre!” (Isaías 54:5). “Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su morada santa” (Salmo 68:5). “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos” (Salmo 27:10). Este es el amor genuino y sincero que Jesús te ofrece. No temas dejarte arrullar por Él, que si estás muy cansada te tomará en sus brazos y te cargará como oveja herida y maltratada.

Amado Señor: Hoy te pido por todas las mujeres que tienen que luchar día tras día solas para levantar sus hogares. Mujeres quizá ultrajadas, violadas e incomprendidas por una sociedad machista, desigual e inhumana. Te ruego mi Señor que impregnes en cada una el amor tuyo que es el verdadero. Fortalécelas y hazlas recostar su cabeza sobre tus hombros porque contigo las cargas son livianas; abrázalas para que se sientan protegidas y amadas por Ti.  ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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