No hay un solo justo, ni siquiera uno; no hay nadie que entienda, nadie que busque a Dios. Todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!Romanos 3:10-12.
Lectura: Romanos
3:1-31. Versículo del día: Romanos
3:10-12.
MEDITACIÓN DIARIA
A veces se tiene la
idea de que somos ‘buenos’ o que hay otros muchísimo más ‘buenos’ que nosotros,
y no es así. La Biblia que es la Palabra
de Dios dice muy claro que no hay ni siquiera uno. Si al menos hubiese existido uno, el Señor Jesucristo
no habría tenido que venir: “De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado
y están privados de la gloria de Dios” (v. 23), precisamente por eso fue su
obra redentora.
Lo que sucede es que
cuando conocemos al Señor Jesús, y le recibimos en el corazón como Señor y
Salvador, estamos diciéndole: ‘acepto lo que pagaste en mí remplazo’; y desde ese
momento entramos a formar parte de la familia de Dios y Él a justificarnos por
medio de la fe. “Esta justicia de Dios
llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen” (vv. 22).
Tampoco podemos creer
que las obras nos salvarán: “…todos somos justificados por la fe, y no por las
obras que la ley exige” (v. 28). Efesios
también nos lo confirma: “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante
la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte”
(Efesios 2:8-9). ¿Que las obras son
necesarias? ¡Claro! La fe sin obras está muerta, dice Santiago, y
así es; pero estas deben venir como un valor agregado, por añadidura; no para
que sean las que nos den salvación.
Otro error grande es
que muchos piensan o creen que por el hecho de ser cristianos somos infalibles,
tampoco es así; pecamos igualmente, pero el Señor quien ya se llevó a cuestas
esos pecados nos justifica con su sangre derramada. Esto por su infinito amor y misericordia. El
cristiano cuando se da cuenta del pecado debe inmediatamente pedir perdón y
seremos perdonados (1 Juan 1:9); y el que se queda viviendo en el pecado, pues difícilmente
puede decir que le entregó su vida al Señor.
Personalmente no lo creo. Hay que
dejar que el Espíritu Santo haga su obra regeneradora en cada uno de los
nacidos de nuevo.
Bueno, si queremos
pasar de pecadores a justificados por su sangre expiatoria; a santos y sin
mancha delante de Dios, que es como Él ve a los redimidos por Jesucristo (Efesios
1:4-5), entonces tenemos que reconocer que somos pecadores y que el área
espiritual está incompleta por esa situación.
Es el momento de agachar la cabeza y humildemente entregarle la vida a
Él.
Amado Señor Jesucristo:
Permite que aquellos que están leyendo este devocional y no te conocen ni creen, entiendan su condición
de pecadores, y vengan a ti con corazón contrito y humillado. Entra en sus vidas y que seas Tú, su Señor y
Salvador personal. Dales una nueva vida
contigo. Gracias por tu sangre derramada para expiación de los pecados. Gracias buen Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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