miércoles, 7 de mayo de 2014

Nuestro Padre, el Alfarero




¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? « ¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: ¿Por qué me hiciste así? ». 
Romanos 9:20.


Lectura: Romanos 9: 1-33.    Versículo del día: Romanos 9:20.

MEDITACIÓN DIARIA

Dios es soberano y dentro de su soberanía consideró bien hacernos el llamado para ser sus hijos e ir moldeándonos de acuerdo a su santa voluntad.  Dentro de su disciplina no somos más que el barro en manos del Alfarero, llenos de imperfecciones que hay que ir arreglando poco a poco y no tenemos por qué pedirle cuentas de lo que haga con nosotros.  Al revés darle gracias porque nos ha mirado con buenos ojos y atraído con lazos de amor.  Muchas cosas nos pueden suceder pero en medio de ellas siempre estará nuestro hábil Alfarero. Tenemos la luz de Jesús en nosotros y no podemos despreciar tan grande tesoro. Es un tesoro, como nos lo afirma Pablo, en vasijas de barro “para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros. Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados.  …Llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que su vida se manifieste en nuestro cuerpo” (2 Corintios 4:7-10).
Y entonces: ¿será que por gozar ya de su  gracia  nos creemos con derecho a pedirle cuentas de lo que hace o deja de hacer en nuestras vidas?  De ninguna manera; al contrario, tenemos que entender que toda moldeada duele, pero al final quedará una bonita obra perfeccionada por las manos del mejor Escultor. “A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano” (Isaías 64:8).

Mi buen Alfarero: Gracias porque tengo la dicha de saber  que tus manos se posan para darle vueltas y re-vueltas a esta, tu vasija. Gracias porque aunque duela cada moldeada, a la vez siento tu aliento, tu amor y tu deseo de terminar la obra y dejarla perfecta para el día de tu encuentro.

Un abrazo y bendiciones.

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