miércoles, 28 de mayo de 2014

Adultos en el pensar, niños en la malicia




Hermanos, no sean niños en su modo de pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su modo de pensar. 
1 Corintios 14:20.


Lectura: 1 Corintios 14: 1-25.  Versículo del día: 1 Corintios 14:20.

MEDITACIÓN DIARIA

El apóstol Pablo hablándonos sobre los dones de profecía y de lengua, nos hace ver que es indispensable ser sabios para ejercerlos porque podemos en vez de edificar, derrumbar.  Y a raíz de lo mismo, nos exhorta a no ser niños en el modo de pensar; a actuar correctamente como personas ya maduras, lo que debemos tener en cuenta en múltiples situaciones. 
No podemos obrar como niños cuando sabemos que ya no lo somos.  Una mujer u hombre de cuarenta años, no puede tener actuaciones de un adolescente porque en vez de exaltarlo, lo va a poner en ridículo. Si no está bien visto en la vida común y corriente, tampoco lo estará en la vida cristiana.  Siempre tenemos que ir de acuerdo con lo que ya hemos aprendido y con lo que el mismo tiempo se encarga de enseñarnos.  En mis primeros pasos por el cristianismo me graficaron una mano donde empezando por el dedo meñique se decía que la Palabra de Dios es para: oírla, leerla, estudiarla, memorizarla y meditarla; con el fin (ya todo esto en la palma de la mano), de ponerla en practica.  Esta es la manera de alimentarnos y de llegar a la adultez espiritual. 
Bien dice Pablo que seamos niños en la malicia.  La persona adulta maquina el mal en su mente mientras que un niño obra inocentemente; por eso el Señor dijo que el reino de los cielos es de los que son como niños (Mateo 19:14).  El desarrollo cristiano poco a poco va permitiéndonos crecer y llegar a la adultez para actuar sensatamente. Dejemos que el Señor crezca en nuestras vidas, mientras nosotros vamos menguando. “El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y haremos nuestra vivienda en él” (Juan 14:23).

Amado Señor: Permite que cada día crezcamos en madurez espiritual y que sepamos discernir completamente el mal de modo que no le demos cabida a la malicia en nuestra mente. También enséñanos a comportarnos como hombres y mujeres fuertes, valientes y con criterios definidos para enfrentarnos al adversario y no dejarnos incitar por el mal.

Un abrazo y bendiciones.

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