Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer.1 Corintios 3:6-7.
Lectura: 1 Corintios
3:1-15. Versículos del día: 1 Corintios
3:6-7.
MEDITACIÓN DIARIA
Considero que las
iglesias se caracterizan porque unas siembran y otras cosechan. También en regla general, se da el caso de
ser al tiempo, lo uno y lo otro; porque mientras se está sembrando, otros ya
van más adelantados segando. Dios va
haciendo en cada persona la obra y no importa quién haya sembrado en nosotros
la semilla del evangelio; lo importante es seguir, así sean otros los que
recojan el fruto. Todos pasamos por la
siembra y la cosecha y nadie tiene por qué sentirse menospreciado ni celoso de
la obra de Dios, si al fin de cuentas como nos lo dice el versículo: Dios es
quien nos hace crecer.
A nuestro buen Labrador
lo que le interesa es que mientras se esté sembrando, la cizaña no vaya a arruinar
la cosecha; por eso, más bien, en vez de estar pendiente de los segadores,
cuidemos la semilla para que no se vaya a contaminar y pueda crecer
abundantemente con mucho fruto para recoger.
“Ahora tanto el
sembrador como el segador se alegran juntos” (Juan 4:36). Lo importante es que
cada uno lo ha hecho son el fin de recoger fruto para la vida eterna y esto es
lo que vale.
Amado Señor: Muchas
gracias por permitirnos unas veces ser sembradores de tu Palabra y otras
segadores. Gracias porque Tú estás
interesado no solamente en la semilla regada sino en el fruto abundante,
limpio, sano y fresco de las cosechas recogidas.
Un abrazo y
bendiciones.
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