domingo, 30 de junio de 2013

Es Dios quien da el poder para gobernar




Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre. Ninguno de los pueblos de la tierra     merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales  y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos. 
 Daniel 4:34b-35.


Lectura: Daniel 4:1-37.   Versículo del día: Daniel 4:34b-35.

MEDITACIÓN DIARIA

Nabucodonosor, era el rey de Babilonia, el gran imperio que predominaba en esa época. Como quien dice en la actualidad la primera potencia mundial; y Dios le manifestó a través de Daniel, lo que le pasaría por tener un corazón orgulloso y vanagloriarse de su poder (vv. 29-30).
En su visión, Nabucodonosor veía un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra, con follaje hermoso y frutos abundantes, donde no solamente era útil para las personas, sino para los animales también (vv. 10-12).  Lo inexplicable es que el mismo rey se dio cuenta de que el mensaje venía de parte de Dios (v. 17), pero hizo caso omiso de él.  Entonces, Daniel le interpreta: “Ese árbol es Su Majestad, que se ha hecho fuerte y poderoso, y con su grandeza ha alcanzado el cielo. ¡Su dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra!” (v. 22). Sin embargo, si no  reconocía que toda esta grandeza y poder venían de parte de Dios, ni atendía la recomendación de Daniel de renunciar a los pecados y actuar con justicia (v. 27), Dios lo apartaría de la gente tal como en la visión  y viviría con los animales salvajes, comiendo pasto y empapado por el rocío del cielo durante siete años, hasta que reconociera: “que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere” (v. 25). Así sucedió: el rey perdió el juicio y fue a vivir como animal durante siete años. Pasado ese tiempo, el rey recobró el juicio, le fue devuelto su reino y procedió con rectitud, justicia y humildad, reconociendo al Altísimo como Soberano de todos los reinos (vv. 34-37).
Lo triste es saber que en este tiempo, quizá estamos peor que cuando el rey Nabucodonosor. Son muchas las ansias de poder y de riqueza que se ven en los gobernantes actuales. ¿Hasta cuándo les durará tanta vanagloria? ¿Cuándo entenderán que Dios es soberano y que les pedirá cuentas de su encargo? Como cristianos tenemos dos obligaciones: elegir mandatarios que tengan verdadero temor de Dios, y orar por los que ya están ejerciendo su mandato.

Amado Señor: Gracias por hacernos entender que eres el Altísimo y Soberano Dios, que entregas el poder y reino a quien quieres. Te pedimos Señor por los mandatarios no solo de nuestra nación, sino por todos los que están gobernando el mundo actual, para que ellos también entiendan que si están ahí, es por obra tuya, y es a Ti, a quien tienen que rendir cuentas de su gestión.

Un abrazo y bendiciones. 

Es Dios quien da el poder para gobernar




Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su dominio es eterno; su reino permanece para siempre. Ninguno de los pueblos de la tierra     merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales  y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos. 
 Daniel 4:34b-35.


Lectura: Daniel 4:1-37.   Versículo del día: Daniel 4:34b-35.

MEDITACIÓN DIARIA

Nabucodonosor, era el rey de Babilonia, el gran imperio que predominaba en esa época. Como quien dice en la actualidad la primera potencia mundial; y Dios le manifestó a través de Daniel, lo que le pasaría por tener un corazón orgulloso y vanagloriarse de su poder (vv. 29-30).
En su visión, Nabucodonosor veía un árbol de altura impresionante, plantado en medio de la tierra, con follaje hermoso y frutos abundantes, donde no solamente era útil para las personas, sino para los animales también (vv. 10-12).  Lo inexplicable es que el mismo rey se dio cuenta de que el mensaje venía de parte de Dios (v. 17), pero hizo caso omiso de él.  Entonces, Daniel le interpreta: “Ese árbol es Su Majestad, que se ha hecho fuerte y poderoso, y con su grandeza ha alcanzado el cielo. ¡Su dominio se extiende a los lugares más remotos de la tierra!” (v. 22). Sin embargo, si no  reconocía que toda esta grandeza y poder venían de parte de Dios, ni atendía la recomendación de Daniel de renunciar a los pecados y actuar con justicia (v. 27), Dios lo apartaría de la gente tal como en la visión  y viviría con los animales salvajes, comiendo pasto y empapado por el rocío del cielo durante siete años, hasta que reconociera: “que el Altísimo es el soberano de todos los reinos del mundo, y que se los entrega a quien él quiere” (v. 25). Así sucedió: el rey perdió el juicio y fue a vivir como animal durante siete años. Pasado ese tiempo, el rey recobró el juicio, le fue devuelto su reino y procedió con rectitud, justicia y humildad, reconociendo al Altísimo como Soberano de todos los reinos (vv. 34-37).
Lo triste es saber que en este tiempo, quizá estamos peor que cuando el rey Nabucodonosor. Son muchas las ansias de poder y de riqueza que se ven en los gobernantes actuales. ¿Hasta cuándo les durará tanta vanagloria? ¿Cuándo entenderán que Dios es soberano y que les pedirá cuentas de su encargo? Como cristianos tenemos dos obligaciones: elegir mandatarios que tengan verdadero temor de Dios, y orar por los que ya están ejerciendo su mandato.

Amado Señor: Gracias por hacernos entender que eres el Altísimo y Soberano Dios, que entregas el poder y reino a quien quieres. Te pedimos Señor por los mandatarios no solo de nuestra nación, sino por todos los que están gobernando el mundo actual, para que ellos también entiendan que si están ahí, es por obra tuya, y es a Ti, a quien tienen que rendir cuentas de su gestión.

Un abrazo y bendiciones. 

sábado, 29 de junio de 2013

La obra comienza en manos del Alfarero




Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. 
Filipenses 1:6.


Lectura: Filipenses 1:1-11.  Versículo del día: Filipenses 1:6.

MEDITACIÓN DIARIA

A veces, cuando veo a una persona que conoce del Señor y ha recibido instrucción cristiana pero da marcha atrás, viene a mi memoria este versículo, el cual es de gran aliciente y esperanza.  Indudablemente, el Señor terminará la buena obra comenzada.  ¿Cuándo? Ni modo de saberlo. Solamente el Señor sabe los tiempos de cada uno, y el consuelo que nos queda es que si dijo que la terminaría, lo hará; la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús. El Señor cumplirá su propósito, porque su amor perdura para siempre; y mi clamor es como el de David: “¡No abandones la obra de tus manos!” (Salmo 138:8).  Tampoco sé, qué situaciones adversas tendrá que soportar esa persona para que llegue a entender el gran amor de Dios; pero si le pido al Señor que no renuncie a su obra; muy seguramente irá remodelando ese barro, hasta convertirlo en la vasija de su gusto (Jeremías 18:4).
Al respecto oraré también como Pablo pidiendo que el amor de Cristo abunde cada vez más en conocimiento y el buen juicio en ella, para que discierna lo que es mejor, y sea pura e irreprochable para el día de Cristo, llena del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios (vv. 9-11). Yo sé que ese día va a llegar y su vida será de gran testimonio para muchos que conocieron su rebeldía y desamor.

Amado Señor: Gracias porque somos vasijas de barro fundidas por tu mano divina.   Señor, todos necesitamos continuamente dejarnos moldear, hasta completar la obra perfecta que deseas de nosotros. Gracias porque Tú terminas lo que empiezas y creo, confieso y declaro que es así. Gracias porque no importa el barro que nos rodea, si por dentro tenemos el mayor tesoro que eres Tú.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 28 de junio de 2013

La orden se debe cumplir exactamente




Samuel respondió: ¿Qué le agrada más al Señor: que se le ofrezcan holocaustos y sacrificios, o que se obedezca lo que él dice? El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros. 
1 Samuel 15:22.


Lectura: 1 Samuel 15:1-35.  Versículo del día: 1 Samuel 15:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Nos deberíamos hacer la misma pregunta cuando cambiamos el obedecer por aquello que consideramos que sería mejor. Al rey Saúl, Dios le dio la orden de matar a todos los amalecitas sin dejar absolutamente a nadie; y el rey creyó conveniente no solo dejar con vida al rey amalecita, sino también, apartar las mejores vacas y ovejas para ofrecerlas al Señor (v. 9). ¡Cómo nos cuesta obedecer!  Y lo peor, es que quizá ni cuenta nos damos de las consecuencias porque estamos convencidos que nuestra opinión o actitud, va por encima de lo mandado. 
Quizá nos quejamos porque las cosas no nos salen bien; porque el trabajo no resulta, o porque las crisis financieras, físicas y aun espirituales nos agobian, ¿pero será que si estamos cumpliendo a cabalidad sus mandatos? Saúl estaba convencido que su misión había tenido éxito, hasta que llegó Samuel y le destapó los ojos: “Cuando Samuel llegó, Saúl le dijo: —¡Que el Señor te bendiga! He cumplido las instrucciones del Señor” (v. 13).
Esta desobediencia, le costó a Saúl el reino. Dios se arrepintió de haberlo colocado como rey, y empezó a buscar su remplazo.
Que el ejemplo de Saúl nos sirva para reflexionar y meditar sobre lo que vale el obedecer.  Dios no se complace en sacrificios porque de hecho, solo basto uno: el del Señor Jesucristo su Hijo, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3:16).   El obedecer vale más que el sacrificio, y el prestar atención, más que la grasa de carneros”. ¿Cómo podemos obedecer, si ni siquiera prestamos atención a las palabras que se nos dicen? Seamos solícitos en lo mandado para entender que una orden es para cumplirla totalmente, no a medias; porque de lo contrario deja de ser obediencia.

 Amado Dios: Perdona nuestra negligencia para obedecer. Te rogamos, nos hagas sumisos a tu voz para no anteponer los sacrificios y holocaustos, a tu mandato Queremos aprender a  obedecerte totalmente.

Un abrazo y bendiciones.  

jueves, 27 de junio de 2013

El amor que obliga a someternos




Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. 
Efesios 5:22.


Lectura: Efesios 5:21-33.  Versículo del día: Efesios 5:22.

MEDITACIÓN DIARIA

El sometimiento de la esposa a su esposo debe ser completamente en amor.  Sabiendo que está dando lo mejor de sí, para completar con su sabiduría el hogar deseado.  Las mujeres le tememos a este versículo y muchas no están de acuerdo con él, pero es porque se ha malinterpretado.  El sometimiento que nos exige Dios, es igual al que le debemos tener al Señor.  Veamos la relación: A nosotras se nos manda someternos y al hombre amarnos hasta el punto de dar su vida por ese amor. Es tal como la relación entre Cristo y la Iglesia. La Iglesia se somete al Señor porque como dice Pablo: “El amor de Cristo nos obliga” (2 Corintios 5:14); es tanto su amor por nosotros que cuando lo entendemos quisiéramos no defraudar al Señor en nada.  ¿Y qué hizo el Señor? Dio su vida por la Iglesia (v. 25b). En el matrimonio debe ser exactamente lo mismo.  ¡Por favor, varones de Dios! Ustedes son los llamados a que sus esposas no malinterpreten lo que significa este sometimiento.  Ustedes no pueden cambiarlo por subyugar, esclavizar u oprimir; es más bien de entrega, pacto y acatamiento.  Las mujeres necesitamos mucho amor, y si el esposo lo entrega todo, muy seguramente nos será fácil entenderlo. La mujer sabia busca la dirección de Dios  para edificar su casa (Proverbios 14:1) y ella es la encargada de llenar sus cuartos de lindos y extraordinarios tesoros (Proverbios 24:4).
Si el matrimonio se ha realizado como Dios manda y bajo sus parámetros, entonces, tiene muchísima más probabilidad de no fracasar.  Al hombre por lo tanto, le toca la parte más difícil: amar hasta si es necesario morir por su mujer. Y ¡ojo señores! Ustedes son los encargados de revestirla y purificarla; de presentarla radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección (v. 27). Todo comentario obsceno y de mal gusto sobre sus esposas, queda por fuera delante de Dios.     
Hagamos las cosas al derecho; a la manera de Dios. Tanto hombres como mujeres preocupémonos por lo que nos concierne; no cambiemos los papeles y el Señor se encargará de bendecir nuestros hogares.

Amado Señor: Gracias porque el matrimonio instituido por ti, es perfecto.  Enséñanos a cada cónyuge, a valorar y obedecer el rol que nos corresponde, para así, ser buenos constructores de hogares donde se vea la obra redentora tuya.

Un abrazo y bendiciones.