lunes, 9 de diciembre de 2013

Reconcíliate con Dios



Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! 
2 Corintios 5:17.


Lectura: 2 Corintios 5: 11- 21.  Versículo del día: 2 Corintios 5:17.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando aceptamos y recibimos al Señor Jesús, Él viene a hacer una obra completa en nuestras vidas.  Nacemos de nuevo como el Señor le explicaba a Nicodemo.  ¿Qué si lo entendemos?  Creo que poco.  Es un misterio.  Como bien lo dijo el Maestro: nacemos del agua y del Espíritu.  “El viento sopla por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va. Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu” (Juan 3:8).
La regeneración es tal, que el Señor no se vuelve acordar de nuestros pecados; ya pagó por ellos y la deuda ha quedado saldada.  Con el pecado a cuestas, tendremos muerte: “Todo el que peque merece la muerte” (Ezequiel 18:20); “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23).  De tal modo que al reconocer a Jesús como Salvador personal entramos a una nueva vida, así se haya sido el pecador más grande del mundo: “Si el malvado se arrepiente de todos los pecados que ha cometido, y obedece todos mis decretos y practica el derecho y la justicia, no morirá;  vivirá por practicar la justicia, y Dios se olvidará de todos los pecados que ese malvado haya cometido” (Ezequiel 18:21-22). Esa es su infinita misericordia y perdón. Ni siquiera volverá a acordarse de ellos: “Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente” (Salmo 103:12).
Si consideras que no mereces a Jesús porque te sientes sucio, reprochable e incalificable, no te dejes engañar.  Así como eres y en el estado en que estás, Dios quiere venir hacia ti para ofrecerte su gran amor. Amor tan grande, que ni siquiera escatimó en entregar a su propio Hijo para que si crees en Él tengas vida y vida eterna (Juan 3:16). 
Es el momento de reconciliarte con Dios. No lo dejes escapar. No sabes si mañana ya no estés leyendo estas letras y la incertidumbre de la muerte te coge de sorpresa.  Te invito a que le entregues tu vida a Jesucristo. No te arrepentirás; empezarás a vivir una vida completamente nueva.  Si es tu deseo podemos orar así:

Señor Jesucristo: Reconozco que soy pecador y te pido perdón. Te necesito. Toma mi vida y hazme la persona que quieres que yo sea. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador personal reconociendo que moriste en mi lugar; confesando que tu bendita sangre me limpia de todo mal y que resucitaste para venir a darme vida eterna.  Gracias por lo que hiciste por mí sin merecerlo.  Gracias por la nueva vida que me das y venir a morar conmigo. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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