Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!2 Corintios 5:17.
Lectura: 2 Corintios 5: 11- 21. Versículo del día: 2 Corintios 5:17.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando aceptamos y recibimos al
Señor Jesús, Él viene a hacer una obra completa en nuestras vidas. Nacemos de nuevo como el Señor le explicaba a
Nicodemo. ¿Qué si lo entendemos? Creo que poco. Es un misterio. Como bien lo dijo el Maestro: nacemos del
agua y del Espíritu. “El viento sopla
por donde quiere, y lo oyes silbar, aunque ignoras de dónde viene y a dónde va.
Lo mismo pasa con todo el que nace del Espíritu” (Juan 3:8).
La regeneración es tal, que el
Señor no se vuelve acordar de nuestros pecados; ya pagó por ellos y la deuda ha
quedado saldada. Con el pecado a cuestas,
tendremos muerte: “Todo el que peque merece la muerte” (Ezequiel 18:20); “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios
es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Romanos 6:23). De tal modo que al reconocer a Jesús como
Salvador personal entramos a una nueva vida, así se haya sido el pecador más
grande del mundo: “Si el malvado se arrepiente de todos los pecados que ha
cometido, y obedece todos mis decretos y practica el derecho y la justicia, no
morirá; vivirá por practicar la
justicia, y Dios se olvidará de todos los pecados que ese malvado haya cometido”
(Ezequiel 18:21-22). Esa es su infinita misericordia y perdón. Ni siquiera
volverá a acordarse de ellos: “Tan lejos de nosotros echó nuestras
transgresiones como lejos del oriente está el occidente” (Salmo 103:12).
Si consideras
que no mereces a Jesús porque te sientes sucio, reprochable e incalificable, no
te dejes engañar. Así como eres y en el
estado en que estás, Dios quiere venir hacia ti para ofrecerte su gran amor. Amor tan grande, que ni siquiera escatimó en
entregar a su propio Hijo para que si crees en Él tengas vida y vida eterna
(Juan 3:16).
Es el momento de
reconciliarte con Dios. No lo dejes escapar. No sabes si mañana ya no estés
leyendo estas letras y la incertidumbre de la muerte te coge de sorpresa. Te invito a que le entregues tu vida a Jesucristo.
No te arrepentirás; empezarás a vivir una vida completamente nueva. Si es tu deseo podemos orar así:
Señor
Jesucristo: Reconozco que soy pecador y te pido perdón. Te necesito. Toma mi vida y hazme la
persona que quieres que yo sea. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador
personal reconociendo que moriste en mi lugar; confesando que tu bendita sangre
me limpia de todo mal y que resucitaste para venir a darme vida eterna. Gracias por lo que hiciste por mí sin
merecerlo. Gracias por la nueva vida que
me das y venir a morar conmigo. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y
bendiciones.
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