lunes, 16 de diciembre de 2013

Dejando el control en manos de nuestro Ayudador



Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra. 
Salmo 119:37.


Lectura: Salmo 119: 33-40.  Versículo del día: Salmo 119:37.

MEDITACIÓN DIARIA

En el trayecto que transitamos tenemos bajones que llegan a volvernos rutinarios y como sin aliciente para enfrentar cada día.  No siempre amanecemos con el ánimo arriba y  de pronto surgen también en nuestras mentes desánimo, tristeza, nostalgia y luchamos contra la soledad y los recuerdos de otras épocas, donde tal vez fue más promisorio nuestro andar.  Creo que todos pasamos por estas etapas emocionales.  Gracias a Dios, Él busca siempre la manera de hablarnos y ayer precisamente en el culto de mi iglesia, el Señor me mostraba lo indispensable que es caminar como cristiana en el Espíritu y llenarme de su fruto.  Gálatas 5:16 dice: “Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa”.  Cuando nos dejamos llevar por la tristeza, permitimos que broten incluso raíces de amargura y esto es contrario a lo que Dios desea de nosotros.  Si hay algo que demuestre la llenura del Espíritu, es una vida alegre, sosegada y siempre con la mirada puesta en el Señor Jesucristo quien es el autor y consumador de nuestra fe.
Debemos cuidarnos en todo sentido: de nuestra mente (llevando cautivo todo pensamiento a Cristo), palabras, acciones, decisiones y pasos que demos. Miremos el siguiente pasaje que nos habla al respecto: “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención.  Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia” (Efesios 4:29-31).  Si agraviamos al Espíritu Santo pecamos; pero gracias a Dios, cuando pecamos podemos ser nuevamente restituidos a través de la confesión de los pecados (1 Juan 1:9).
Dejemos que el Espíritu Santo nos embriague con su presencia (Efesios 5:18), permitiéndole que nos guíe a caminar en justicia y obrar rectamente sin dejarnos voltear la mirada hacia lo que no nos conviene.  Sacudamos nuestras manos; cerremos nuestros ojos y tapemos nuestros oídos hacia todo aquello que nos desvíe del camino y nos aleje de la voluntad de Dios. Démosle paso a nuestro Ayudador para que Él haga su obra completa en nosotros.

Amado Señor: Perdónanos por estar haciendo las cosas a nuestra manera y no a la tuya. Se nos olvida con frecuencia que eres Tú, quien debes llevar el timón de nuestra vida y nos inclinamos por las manifestaciones de la carne.  Gracias por dejarnos tu Santo Espíritu para recibir de Él, el consuelo y la fortaleza que necesitamos diariamente.  ¡Ven precioso Espíritu Santo!  Toma nuevamente el control de nuestras vidas y llénanos con tu presencia de tal manera que desbordemos nuestro corazón hacia ti y seamos obedientes a tu Palabra.

Un abrazo y bendiciones.

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