Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra.Salmo 119:37.
Lectura: Salmo 119: 33-40. Versículo del día: Salmo 119:37.
MEDITACIÓN DIARIA
En el trayecto que transitamos tenemos bajones que
llegan a volvernos rutinarios y como sin aliciente para enfrentar cada
día. No siempre amanecemos con el ánimo
arriba y de pronto surgen también en nuestras
mentes desánimo, tristeza, nostalgia y luchamos contra la soledad y los recuerdos
de otras épocas, donde tal vez fue más promisorio nuestro andar. Creo que todos pasamos por estas etapas
emocionales. Gracias a Dios, Él busca
siempre la manera de hablarnos y ayer precisamente en el culto de mi iglesia,
el Señor me mostraba lo indispensable que es caminar como cristiana en el Espíritu
y llenarme de su fruto. Gálatas 5:16
dice: “Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán
los deseos de la naturaleza pecaminosa”.
Cuando nos dejamos llevar por la tristeza, permitimos que broten incluso
raíces de amargura y esto es contrario a lo que Dios desea de nosotros. Si hay algo que demuestre la llenura del
Espíritu, es una vida alegre, sosegada y siempre con la mirada puesta en el
Señor Jesucristo quien es el autor y consumador de nuestra fe.
Debemos cuidarnos en todo
sentido: de nuestra mente (llevando cautivo todo pensamiento a Cristo), palabras,
acciones, decisiones y pasos que demos. Miremos el siguiente pasaje que nos
habla al respecto: “Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus
palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para
quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron
sellados para el día de la redención. Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y
calumnias, y toda forma de malicia” (Efesios 4:29-31). Si agraviamos al Espíritu Santo pecamos; pero
gracias a Dios, cuando pecamos podemos ser nuevamente restituidos a través de
la confesión de los pecados (1 Juan 1:9).
Dejemos que el Espíritu Santo nos
embriague con su presencia (Efesios 5:18), permitiéndole que nos guíe a caminar
en justicia y obrar rectamente sin dejarnos voltear la mirada hacia lo que no
nos conviene. Sacudamos nuestras manos;
cerremos nuestros ojos y tapemos nuestros oídos hacia todo aquello que nos
desvíe del camino y nos aleje de la voluntad de Dios. Démosle paso a nuestro Ayudador para que Él haga su obra completa en nosotros.
Amado Señor: Perdónanos por estar
haciendo las cosas a nuestra manera y no a la tuya. Se nos olvida con
frecuencia que eres Tú, quien debes llevar el timón de nuestra vida y nos inclinamos por las manifestaciones de la carne. Gracias por dejarnos tu Santo Espíritu para
recibir de Él, el consuelo y la fortaleza que necesitamos diariamente. ¡Ven precioso Espíritu Santo! Toma nuevamente el control de nuestras vidas
y llénanos con tu presencia de tal manera que desbordemos nuestro corazón hacia
ti y seamos obedientes a tu Palabra.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario