Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.Lucas 2:30-32.
Lectura: Lucas 2:21-40. Versículos del día: Lucas 2:30-32.
MEDITACIÓN DIARIA
Simeón el hombre justo que estaba
en el templo en el momento de la presentación del niño Jesús, reconoció en
Jesús a su Salvador; lo vio, lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios porque
sabía que había llegado no solamente la gloria para Israel, sino la luz para
todas las naciones. Ese era su deseo
antes de morir (v. 29), y el Espíritu Santo le había revelado que no partiría
sin antes ver al Cristo del Señor (v. 26).
Gracias al nacimiento de Jesús,
nuestro Redentor, ahora todos los hombres pueden decir a Dios como Simeón si
aceptan a Jesús como su Salvador: “puedes despedir a tu siervo en paz”. No
pertenecemos al pueblo de Israel, pero somos gentiles y ante la negativa de
Israel de aceptar a Jesús como el Mesías prometido, Pablo nos enseña: “Por
tanto, quiero que sepan que esta salvación de Dios se ha enviado a los gentiles,
y ellos sí escucharán” (Hechos 28:28).
Lo triste es que los gentiles tampoco quieren escuchar a Jesús como
Salvador; y los que lo escuchan y aceptan poco desean comprometerse con
Él.
En general, todos celebramos,
todos compartimos, comemos cenas abundantes porque se celebra la Navidad, pero
en el fondo casi nadie sabe exactamente qué estamos aclamando porque el mundo ha
envuelto en un comercio extravagante esta fecha tan importante.
La mejor decisión que toda
persona puede tomar antes de morir es aceptar a Jesús en su vida como Salvador y Señor
personal. No es por tradición o porque
los demás lo hacen, o porque ‘me toca’; es porque es el regalo de Dios
prometido después de la caída de Adán y Eva en el Paraíso. Es la única vía que tenemos para llegar al
cielo; no hay otra. No podemos pretender
que a Dios lo vamos a comprar con rezos, con indulgencias, con buenas obras,
con filosofías, ni religiones inclusive.
La relación con Jesús es íntima y personal; es un modo de vida en el que
Él va actuando hasta completar su obra en cada uno de los que lo aceptan.
Sinceramente te digo con el
corazón, que no tardes más en decirle que tome tu vida y que lo aceptas como
Señor y Salvador. Puede ser la última
oportunidad que tengas antes de morir porque después de muertos ya nada se
podrá hacer. Vale lo que hagas ahorita,
en cuerpo presente. Dicen que las oportunidades no hay que dejarlas pasar y
esta es la mejor de ellas. Tómala para
ti y decídete por Aquel Niñito que nació humildemente y vino a entregar su vida
para que tú gozaras del perdón de pecados y tuvieras la vida eterna.
Amado Señor: Gracias te doy por todas las personas que hoy rinden su corazón
a ti. Gracias por la obra que harás en
cada uno de ellos y gracias porque con todos nos veremos en el cielo para
adorarte y alabarte por toda la eternidad.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario