sábado, 21 de diciembre de 2013

El regalo para Jesús



Cuando llegaron a la casa, vieron al niño con María, su madre; y postrándose lo adoraron. Abrieron sus cofres y le presentaron como regalos oro, incienso y mirra. 
Mateo 2:11.


Lectura: Mateo: 2:1-12.  Versículo del día: Mateo 2:11.

MEDITACIÓN DIARIA

Los sabios de Oriente, conocidos tradicionalmente como los ‘Reyes magos’ fueron a visitar a Jesús después de su nacimiento (v. 1). Pero no fueron por curiosidad ni porque los hubiese mandado el rey Herodes.  De antemano ellos sabían que Belén de Judea había sido escogida para ser la cuna del pastor de Israel, tal como lo había profetizado  quinientos años antes Miqueas (v. 6).  Estos hombres muy seguramente eran astrónomos y tuvieron que andar bastante para conocer al Rey de reyes.
Una estrella guiaba su camino hasta posarse exactamente en el sitio donde estaba el niño (v. 9).  Al verlo se inclinaron ante Él y lo adoraron;  sabiendo a quién visitarían, le ofrecieron oro, incienso y mirra.  Según dice la tradición: oro como Rey; incienso como Dios y mirra como hombre. Dentro del ámbito cristiano he escuchado y leído que el oro simboliza la pureza y limpieza de la persona ante el Señor. El oro se pule ante el fuego y de ese mismo modo aunque duela somos disciplinados por Dios, puesto que nos quiere ver sin mancha ni arruga alguna.   El incienso la comunicación, el diálogo, la relación que en verdad tengamos con nuestro Salvador.  Y la mirra es un aceite balsámico de aroma grato. Somos ungidos por el Espíritu Santo y para Dios somos el aroma de Cristo (2 Corintios 2:15);  los  escogidos por Dios exhalamos grato perfume para Él: “por eso Dios te escogió a ti y no a tus compañeros, ¡tu Dios te ungió con perfume de alegría! Aroma de mirra, áloe y canela exhalan todas tus vestiduras” Salmo 45:7b-8).  Es el Espíritu Santo quien día tras día irá haciendo en cada uno de nosotros su obra regeneradora.  Por eso necesitamos llenarnos de su presencia para exhalar su grata unción.
Tal vez, estés cansado en  tu caminar y has vagado por la vida sin rumbo determinado, pero hoy quieres llegar ante el Mesías y ofrecerle tu corazón.  Y si ya le conoces, ¿qué le quieres ofrecer en su cumpleaños?

Amado Señor: Quizá también muchos han venido a postrarse ante Ti desde lejanas tierras; han cruzado desiertos áridos e inhóspitos y  quieren calmar su sed en tus brazos amorosos.  Yo solo quiero ofrecerte mi vida para que la uses y llevar a otros a tus píes. Gracias Señor por ser mi Dios, Rey, Señor y Salvador. ¡Te adoramos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: