Quien me ofrece su gratitud, me honra.Salmo 50:23a.
Lectura: Salmo 50:7-23. Versículo del día: Salmo 50:23a.
MEDITACIÓN DIARIA
Estamos próximos a terminar un
año más y quizá no hemos reflexionado sobre todas las bondades que Dios nos
regaló a lo largo de este periodo. El
Señor se honra cuando somos agradecidos con Él.
Así como nos gusta que nos digan cosas bonitas, nos adulen, nos levanten
el ánimo y sean agradecidos con
nosotros, Dios también espera que lo hagamos con quién es el dueño absoluto de
todo lo que tenemos o poseemos.
A Dios hay que decirle con voz
audible cuán grandes han sido sus proezas en nuestra vida. Es el momento adecuado para hacer si es
posible una lista de todos sus favores recibidos y empezar a alabarle por
ello. El solo hecho de que nos tenga con
vida y nos permita terminar un año más, debe de ser motivo de
agradecimiento. Pero muy seguramente si
miramos retrospectivamente, nos acordaremos de aquella sanidad que nos dio, del
viaje que pudimos realizar, de la deuda que se canceló, del examen que se
aprobó, del logro obtenido, y de la provisión diaria que nunca faltó. Solo basta conque dispongamos el corazón y
con la ayuda del Espíritu Santo empezar a recordar todos esos beneficios que
nos llenaron de gozo.
Ahora, es importante dentro del
agradecimiento alabarle y darle toda la honra y gloria a Él. El Señor no quiere sacrificios y lo que menos
le interesa son nuestras ofrendas y diezmos (aunque es nuestro deber hacerlo),
porque: “Mía es la plata, y mío es el oro —afirma el Señor Todopoderoso—“
(Hageo 2:8). Mucho más importante que esto, es el corazón agradecido dispuesto
a alabarle: “No necesito becerros de tu establo ni machos cabríos de tus apriscos, 10 pues
míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros. Conozco a las aves de las alturas; todas las
bestias del campo son mías. Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es
el mundo, y todo lo que contiene” (vv. 10-12 en la lectura). Y continúa
cuestionando: “¿Acaso me alimento con carne de toros, o con sangre de machos
cabríos?” (v. 13), para llevarnos a la conclusión de: “¡Ofrece a Dios tu
gratitud, cumple tus promesas al Altísimo!” (v. 14). Una manera de demostrarle nuestra gratitud es
cumplirle los votos que le hayamos hecho; recordemos que es mejor no prometer
que prometer y no cumplir (Eclesiastés 5:5).
Amado Señor: Te alabamos y
bendecimos. Tú eres el único digno de recibir toda la honra y gloria porque
solamente tú la mereces. No tenemos palabras para agradecerte todos los favores recibidos por ti en este año que
expira. Tus bondades Señor nos abruman. Gracias por nuestra familia, amigos y
conocidos. Gracias por cada día que pudimos experimentar tu gran amor y
misericordia; gracias por el sol de un nuevo amanecer que contemplamos; por sus
rayos luminosos calentándonos. Gracias por la lluvia que permitiste caer para regar las
cosechas y abastecernos de alimento; gracias por el rocío de la mañana. Y gracias porque contigo somos capaces de vencer la
adversidad. Señor: que todo lo que
respire alabe tu Nombre en señal de agradecimiento hacia ti.
Un abrazo y bendiciones.
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