lunes, 30 de diciembre de 2013

Agradecidos con Dios



Quien me ofrece su gratitud, me honra. 
Salmo 50:23a.


Lectura: Salmo 50:7-23.  Versículo del día: Salmo 50:23a.

MEDITACIÓN DIARIA

Estamos próximos a terminar un año más y quizá no hemos reflexionado sobre todas las bondades que Dios nos regaló a lo largo de este periodo.  El Señor se honra cuando somos agradecidos con Él.  Así como nos gusta que nos digan cosas bonitas, nos adulen, nos levanten el ánimo y sean agradecidos  con nosotros, Dios también espera que lo hagamos con quién es el dueño absoluto de todo lo que tenemos o poseemos.
A Dios hay que decirle con voz audible cuán grandes han sido sus proezas en nuestra vida.  Es el momento adecuado para hacer si es posible una lista de todos sus favores recibidos y empezar a alabarle por ello.  El solo hecho de que nos tenga con vida y nos permita terminar un año más, debe de ser motivo de agradecimiento.  Pero muy seguramente si miramos retrospectivamente, nos acordaremos de aquella sanidad que nos dio, del viaje que pudimos realizar, de la deuda que se canceló, del examen que se aprobó, del logro obtenido, y de la provisión diaria que nunca faltó.  Solo basta conque dispongamos el corazón y con la ayuda del Espíritu Santo empezar a recordar todos esos beneficios que nos llenaron de gozo.
Ahora, es importante dentro del agradecimiento alabarle y darle toda la honra y gloria a Él.  El Señor no quiere sacrificios y lo que menos le interesa son nuestras ofrendas y diezmos (aunque es nuestro deber hacerlo), porque: “Mía es la plata, y mío es el oro —afirma el Señor Todopoderoso—“ (Hageo 2:8). Mucho más importante que esto, es el corazón agradecido dispuesto a alabarle: “No necesito becerros de tu establo  ni machos cabríos de tus apriscos, 10 pues míos son los animales del bosque, y mío también el ganado de los cerros.  Conozco a las aves de las alturas; todas las bestias del campo son mías. Si yo tuviera hambre, no te lo diría, pues mío es el mundo, y todo lo que contiene” (vv. 10-12 en la lectura). Y continúa cuestionando: “¿Acaso me alimento con carne de toros, o con sangre de machos cabríos?” (v. 13), para llevarnos a la conclusión de: “¡Ofrece a Dios tu gratitud, cumple tus promesas al Altísimo!” (v. 14).  Una manera de demostrarle nuestra gratitud es cumplirle los votos que le hayamos hecho; recordemos que es mejor no prometer que prometer y no cumplir (Eclesiastés 5:5).

Amado Señor: Te alabamos y bendecimos. Tú eres el único digno de recibir toda la honra y gloria porque solamente tú la mereces. No tenemos palabras para agradecerte todos  los favores recibidos por ti en este año que expira. Tus bondades Señor nos abruman. Gracias por nuestra familia, amigos y conocidos. Gracias por cada día que pudimos experimentar tu gran amor y misericordia; gracias por el sol de un nuevo amanecer que contemplamos; por sus rayos luminosos calentándonos. Gracias por  la lluvia que permitiste caer para regar las cosechas y abastecernos de alimento; gracias por  el rocío de la mañana.  Y gracias  porque contigo somos capaces de vencer la adversidad.  Señor: que todo lo que respire alabe tu Nombre en señal de agradecimiento hacia ti.  

Un abrazo y bendiciones.


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