sábado, 14 de diciembre de 2013

El mejor regalo



Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte.  
 Efesios 2:8-9.


Lectura: Efesios 2:1-10.  Versículos del día: Efesios 2:-9.

MEDITACIÓN DIARIA

Estamos en diciembre: época de buenos deseos, de paz, de reconciliación y de regalos.  Nos preocupamos por lo que vamos a ofrecer a otros y qué bonito todo esto.  En verdad diciembre pareciera que llevara impregnado alegría y optimismo por doquier. 
Pero quizá hay algo de lo cual no nos hemos percatado: es el cumpleaños del Señor Jesús y sin embargo, Él no demanda de nuestra parte regalo alguno; al contrario, Dios, el Padre celestial nos muestra su amor tan incondicional, que es quien nos ofrece a su Hijo amado como regalo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). Y no es cualquier regalo; es el mejor.  Un regalo que constó dolor, sufrimiento como ningún otro; sangre derramada, humillación y pasión verdadera en su muerte, pero también gloria y honor con su resurrección. Un regalo tan grande y especial que ni siquiera merecemos.  Sin embargo está dispuesto ahí, sobre la mesa.  Tal vez te sientas solo en esta Navidad y no tengas a nadie a tu lado; pero Dios se acordó de ti y amorosamente viene a brindarte ese presente.
¿Quieres aceptar ese regalo?  ¡Jesús es para ti, es para mí, es para todos!  Búscale un lugar en el pesebre de tu corazón para que venga a morar contigo.  Lo puedes hacer ahora con una oración sencilla.  Yo te puedo guiar; dile así:

Amado Dios: Gracias por haber enviado a tu Hijo Jesús como el mejor regalo que le ofreces  a la humanidad y hoy lo acepto para mí. Señor Jesús: Te necesito. Te abro la puerta de mi corazón y te recibo como mi Señor y Salvador personal.  Gracias porque desde el comienzo tu amor y humildad han sido incondicionales, y por mi orgullo, no me había percatado de ello.  Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea.  Gracias por perdonarme y limpiarme, y por darme una vida nueva a tu lado. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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