Así que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos y que llama las cosas que no son como si ya existieran.Romanos 4:17b.
Lectura: Romanos 4:1-25. Versículo del día: Romanos 4:17b.
MEDITACIÓN DIARIA
Existe una gran diferencia entre
creer en Dios y creerle a Dios. Muchos
son los que creen en Dios: unos de una manera muy superficial y otros más
fuertemente. Unos le creen solamente con
la mente y otros con el corazón.
Abraham, el padre de la fe, le creyó a Dios sin reparos. Creyó firmemente en el que da vida a los
muertos y que llama las cosas que no son como si ya existiesen. Creyó en la promesa de ser padre de
multitudes (cuando ni siquiera tenía
hijos) empezando por Ismael (pueblo islámico), y luego la atestiguó con Isaac,
de donde proviene todo el pueblo judío (v. 18 en la lectura) y nosotros los
gentiles como ramas injertadas (Romanos 11:17); alimentándonos también de la
savia que corre desde la raíz. Y dice mas adelante ahí en Romanos 11:20b: “y tú
por la fe te mantienes firme”.
Vemos entonces, que es la fe el
motor que nos mueve y sostiene; pero esa fe muchas veces falla porque ni
siquiera la poseemos en su expresión mínima (como un grano de mostaza). Somos débiles e incrédulos; hemos visto su
gloria en multitud de veces y sin embargo, andamos como a tientas: “Recuerden
las maravillas que ha realizado, sus señales, y los decretos que ha emitido.
¡Ustedes, descendientes de Abraham su siervo!” (Salmo 105:5-6a) Tenemos que aprender a llamar a las cosas que
no son como si fuesen. Sí; pronto se nos
olvida la multitud de veces que ha puesto su mano sobre nosotros para librarnos
aun de la muerte.
Tengamos bien presente cuando
llegue la adversidad por cualquier causa, creerle a Dios con el mismo ímpetu que
lo hizo Abraham. Sabiendo que tenemos
con nosotros a Aquel que da vida a los muertos y que llama las cosas que no son
como si fueran. Llenémonos de su Palabra
para que el fruto de nuestros labios sea de adoración, alabanza y gratitud y no
de queja y desagradecimiento.
Amado Señor: Gracias por ser tus
herederos y habernos justificado también
por la fe. Te rogamos que pongas en nosotros gotitas continuas de esa fe que marcó a Abraham, de manera que lleguen
a inundar todo nuestro ser y tengamos la certeza con la mente y el corazón de
que eres el Dios inigualable que todo lo puedes; y que tu superabundante gracia
se derrama en los tuyos por tu infinita misericordia y amor.
Un abrazo y bendiciones.
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