domingo, 15 de diciembre de 2013

¿Cómo está tu corazón?



Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo? 
Jeremías 17:9.


Lectura: Jeremías 17:5-10.  Versículo del día: Jeremías 17:9.

MEDITACIÓN DIARIA

Si la Biblia afirma que el corazón del hombre es engañoso y perverso es porque así es. La Palabra de Dios nos exhorta a pedirle al Señor que lo examine para ver cómo anda y si anda mal, lo guíe por el camino correcto (Salmo 139:23-24).  ¿Cómo está tu corazón hoy?  ¿Alegre?  ¿Herido?  La Biblia es Palabra viva y no se equivoca en sus afirmaciones: “El corazón alegre se refleja en el rostro, el corazón dolido deprime el espíritu” (Proverbios 13:13).
De acuerdo a cómo esté nuestro corazón de ese mismo modo vamos a actuar.  En últimas, las palabras que expresemos serán las guardadas en el corazón (Lucas 6:45).   El Señor Jesús ministrando a la multitud les dijo: “lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.  Éstas son las cosas que contaminan a la persona” (Mateo 17:18-20).  No creamos que por ser cristianos nuestro corazón está impecable.  Examinar el corazón nos corresponde a todos por igual; y precisamente a nosotros los creyentes en el Señor Jesucristo con mayor razón, si de verdad queremos dar testimonio de Él.  Muchas veces tenemos en la mente cosas que deseamos hacer y cuando llega el momento hablamos o actuamos muy diferente. Esto sucede precisamente por lo engañoso que es y ahí es donde tenemos que estar alertas.  Todo pensamiento hay que llevarlo cautivo al Señor; el llenarnos de sus ricas promesas y recibir gozosos sus favores va transformando poco a poco nuestro corazón hasta dejarlo como el corazón que le agrada a Dios: sincero, humilde, perdonador, amoroso, misericordioso.
Si la boca habla por lo que hay dentro del corazón, creo que para ir cambiando ese corazón endurecido, orgulloso, prepotente y vengativo, una de las cosas que necesitamos es manejar la prudencia: “El corazón del justo medita sus respuestas” (Proverbios 15:28a). Pidámosle al Señor el corazón nuevo que nos prometió: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes” (Ezequiel 36:26-27).  Que nuestro corazón sea sensible a su Palabra y aprendamos a acatarla sin reparos.  Propongámonos que no pase un día sin ser llenos de su Santo Espíritu, para que su fruto brote espontáneamente en nosotros y podamos rebosar de alegría, demostrando al mundo que tenemos un corazón radiante y no, uno afligido.  Que nuestro corazón esté limpio ante los ojos de Dios para mirarlo cara a cara sin avergonzarnos y recibir sus bendiciones: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Amado Señor: Gracias por tener el privilegio de conocerte y saber lo que esperas de nosotros.  Hoy te rogamos que examines nuestro corazón y todo lo que le esté haciendo daño lo saques de ahí cual basura que es, y la arrojes al fondo del abismo.  Pon en nosotros un nuevo corazón de carne; con sentimientos de alegría, sensible a ti, a tu Palabra y a quienes nos rodean.

Un abrazo y bendiciones. 

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