Nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo?Jeremías 17:9.
Lectura: Jeremías 17:5-10. Versículo del día: Jeremías 17:9.
MEDITACIÓN DIARIA
Si la Biblia afirma que el
corazón del hombre es engañoso y perverso es porque así es. La Palabra de Dios
nos exhorta a pedirle al Señor que lo examine para ver cómo anda y si anda mal,
lo guíe por el camino correcto (Salmo 139:23-24). ¿Cómo está tu corazón hoy? ¿Alegre?
¿Herido? La Biblia es Palabra
viva y no se equivoca en sus afirmaciones: “El corazón alegre se refleja en el
rostro, el corazón dolido deprime el espíritu” (Proverbios 13:13).
De acuerdo a cómo esté nuestro
corazón de ese mismo modo vamos a actuar. En últimas, las palabras que expresemos serán
las guardadas en el corazón (Lucas 6:45).
El Señor Jesús ministrando a la
multitud les dijo: “lo que sale de la boca viene del corazón y contamina a la
persona. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las
calumnias. Éstas son las cosas que
contaminan a la persona” (Mateo 17:18-20). No creamos que por ser cristianos nuestro
corazón está impecable. Examinar el
corazón nos corresponde a todos por igual; y precisamente a nosotros los
creyentes en el Señor Jesucristo con mayor razón, si de verdad queremos dar
testimonio de Él. Muchas veces tenemos
en la mente cosas que deseamos hacer y cuando llega el momento hablamos o
actuamos muy diferente. Esto sucede precisamente por lo engañoso que es y ahí
es donde tenemos que estar alertas. Todo
pensamiento hay que llevarlo cautivo al Señor; el llenarnos de sus ricas
promesas y recibir gozosos sus favores va transformando poco a poco nuestro
corazón hasta dejarlo como el corazón que le agrada a Dios: sincero, humilde,
perdonador, amoroso, misericordioso.
Si la boca habla por lo que hay
dentro del corazón, creo que para ir cambiando ese corazón endurecido,
orgulloso, prepotente y vengativo, una de las cosas que necesitamos es manejar
la prudencia: “El corazón del justo medita sus respuestas” (Proverbios 15:28a).
Pidámosle al Señor el corazón nuevo que nos prometió: “Les daré un nuevo corazón,
y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora
tienen, y les pondré un corazón de carne. Infundiré mi Espíritu en ustedes, y
haré que sigan mis preceptos y obedezcan mis leyes” (Ezequiel 36:26-27). Que nuestro corazón sea sensible a su Palabra
y aprendamos a acatarla sin reparos.
Propongámonos que no pase un día sin ser llenos de su Santo Espíritu,
para que su fruto brote espontáneamente en nosotros y podamos rebosar de
alegría, demostrando al mundo que tenemos un corazón radiante y no, uno
afligido. Que nuestro corazón esté
limpio ante los ojos de Dios para mirarlo cara a cara sin avergonzarnos y
recibir sus bendiciones: “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a
Dios” (Mateo 5:8).
Amado Señor: Gracias por tener el
privilegio de conocerte y saber lo que esperas de nosotros. Hoy te rogamos que examines nuestro corazón y
todo lo que le esté haciendo daño lo saques de ahí cual basura que es, y la
arrojes al fondo del abismo. Pon en nosotros
un nuevo corazón de carne; con sentimientos de alegría, sensible a ti, a tu
Palabra y a quienes nos rodean.
Un abrazo y bendiciones.
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