miércoles, 11 de diciembre de 2013

Rompiendo ataduras



Pues aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo. 
 2 Corintios 10:3.


Lectura: 2 Corintios 10:1-11.  Versículo del día: 2 Corintios 10:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Dios nos creó con la intención de que tuviéramos una vida plena (Génesis 1:26-28).  Infortunadamente, el pecado entró al mundo por la desobediencia de Adán y Eva (Génesis 3) y desde ahí comenzamos a llevar sobre nosotros ataduras que no nos permiten desarrollarnos como es la intención de Dios.
El Señor Jesús vino precisamente a eso: a permitir que el hombre retome nuevamente ese estado de vida (Juan 10:10b) y por eso pagó con su sangre todos los pecados de la humanidad. Es necesario que le abramos las puertas del corazón a Él.  No hay otra manera de lograr liberación y en nuestras manos está la solución.
Es en Jesucristo entonces, en quien ahora tenemos no solamente perdón de pecados, sino liberación completa.  Toda atadura Él ya se la llevó porque venció a Satanás y lo pisoteó con su muerte y resurrección (Hebreos 2:14-15).  Sin embargo, Satán, anda buscando como león rugiente a quién devorar.  No podemos por eso, darle pie; hay que estar alertas (1 Pedro 5:8).  El Señor Jesucristo vino a darnos completa libertad (Lucas 4:18).  Con Él tenemos asegurada la victoria sobre el enemigo espiritual. 
Recordemos que el pecado nos aleja de Dios y cuando estamos en pecado el diablo va a aprovechar este momento para oprimirnos y debilitarnos haciéndonos creer que el ganó la batalla, pero no es así. El pecado se convierte en atadura (Juan 8:34) y no nos deja avanzar. El sacrificio de Cristo en la cruz nos libera de la esclavitud del pecado (1 Corintios 7:23). Tenemos que levantarnos con valor y usar el poder y la autoridad que nos dio el Señor contra las huestes de las tinieblas (Lucas 10:17-19), y sacarlo corriendo.
Jamás podemos consentir vivir con el enemigo.  Es de suma importancia tener cuidado con cartas, horóscopos, lectura de manos, contacto con espiritismo o fuerzas ocultas.  Aun con personas que vienen disfrazadas de sanadores y que al final van a postrar peor al enfermo. Satanás se viste como ángel de luz para engañar a muchos (2 Corintios 11:14).  Nos engaña haciéndonos creer sus mentiras; él es llamado el padre de la mentira, engañador y asesino a la vez (Juan 8:44).  Muy seguramente, amigo lector, creerá que estoy exagerando, pero esa no es mi intención.  El creer en horóscopos, meditación trascendental e hipnosis, los podemos ver como juegos  inofensivos pero no lo son.  Satán se va a aprovechar de cualquier situación de estas para de ser posible terminar destruyendo por completo a una persona.  Esto es de muchísimo cuidado.  Por algo, lo dice la Palabra de Dios y lo prohíbe (Deuteronomio 18:9-14), quien quiera que lo practique comete una grave abominación contra Dios.  Lo que pasa es que estamos acostumbrados a tomar lo que nos gusta y dejar por fuera lo que nos incomoda y “La suma de tus palabra es la verdad” (Salmo 119:160).  “Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos;  y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:31-32).
Es hora de empezar a confesar victoria y no derrota. Somos más que vencedores (Romanos 8:37; y 1 Juan 5:4).  Las armas con que luchamos tienen el poder divino de derribar fortalezas; de destruir todo argumento y altivez que se levante en contra del conocimiento de Dios; llevemos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo (vv. 4 y 5 en la lectura): Disciplinémonos con la obediencia y hagamos guerra espiritual por sanidad y liberación.

Amado Señor: Venimos a ti, reconociendo que eres nuestro Señor y Salvador.  Gracias por darnos todo el poder y la autoridad para derrotar al enemigo. Hoy rompemos, demolemos, destruimos, derribamos y arrancamos toda artimaña de Satanás. Luchamos contra toda fuerza espiritual que se esté levantando en contra de nuestra vida espiritual, física, material y emocional. (Saque todo lo que le esté haciendo daño como inmoralidad sexual, mentiras, ciencias ocultas, indiferencia hacia Dios, etc.).  Destruyo todo esto con el poder y la sangre del  Señor Jesús.   Ahora levanto, construyo y planto vidas fructíferas y sanas delante de tu trono, haciendo tu perfecta voluntad.  En tu nombre Jesús, amén.


(Apartes tomado del Pastor Fernando Alexis Jiménez en “Bosquejos para sermones”).

Un abrazo y bendiciones.   

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