lunes, 22 de octubre de 2012

Mejor son dos que uno



Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo.  
 Eclesiastés 4:9.


Lectura diaria: Eclesiastés 4:7-12.  Versículo principal: Eclesiastés 4:9.

REFLEXIÓN

Cuando Dios creó al hombre se dio cuenta que le era necesaria una compañía: “No es bueno que el hombre esté solo.  Voy a hacerle una ayuda adecuada” (Génesis 2:18).  El Señor empezó a buscarle esa ayuda a través de toda ave del cielo y animal del campo, “sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre” (Génesis 2:20).  Entonces el Señor hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y de una de sus costillas hizo a la mujer, se la presentó al hombre y este exclamó: “Esta es hueso de mis huesos y carne de mi carne.  Se llamará mujer porque del hombre fue sacada” (Génesis 2:23).  Así la mujer se convirtió en la ayuda idónea para el hombre, y cuando los dos se unen se transforma en matrimonio.  El Rey Salomón que lo entendió muy bien nos enseña que los dos pueden lograr más fácil cualquier propósito: sus fuerzas se unen y obtienen el éxito deseado. Dos cabezas piensan mejor que una, y en cuanto a planificación y proyectos en el hogar, el hombre se guía más por lo racional y la mujer por los sentimientos.  Debido a esta diferencia se complementan y se alcanzan mejores decisiones.
También nos dice Salomón que estando los dos, si el uno se cae el otro lo levanta;  y que si uno tiene frío al acostarse, el otro lo calienta (vv. 10 y 119).  Definitivamente, porque para esto fuimos creados: para ser una sola carne y por lo mismo los dos se necesitan solidariamente.  Ser una sola carne no solamente se refiere a la unión sexual, se refiere también a sentir dolor mutuo en la adversidad como también a regocijarse y compartir las alegrías como uno solo. Por eso no es conveniente que se separen: “No es bueno que el hombre esté solo”; y si lo hacen, que sea por poco tiempo.  “Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir.  ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!” (v. 12).
Fomentemos cada día el amor conyugal apoyándonos recíprocamente en las buenas y en las malas.  Entendiendo que con nuestro cónyuge somos uno, y dándole gracias a Dios por permitirnos tener una compañía especial a nuestro lado.

Amado Señor: Gracias porque cuando dices que los dos son una sola carne es porque están fundidos; están compenetrados el uno al otro en todas las áreas personales.  Enséñanos a practicar verdaderamente tu Palabra para que el mundo vea hogares completamente diferentes,   que creen y honran tu Nombre.  

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: