Si en alguna provincia ves que se oprime al pobre, y que a la gente se le niega un juicio justo, no te asombres de tales cosas; porque a un alto oficial lo vigila otro más alto, y por encima de ellos hay otros altos oficiales.Eclesiastés 5:8.
Lectura diaria: Eclesiastés 5:8-20. Versículo principal: Eclesiastés 5:8.
REFLEXIÓN
Con frecuencia vemos en programas
de televisión las injusticias que se cometen con las personas, especialmente por lo general, con
los de menos recursos. “A un alto
oficial lo vigila otro más alto, y por encima de ellos hay otros altos
oficiales”. Pero infortunadamente en la
mayoría de los casos, pareciera que “los altos oficiales” no se dan por
aludidos u otros se cogen de sus investiduras para terminar de aplastar al
indefenso. Lo que no tienen en cuenta es
que por encima de todos ellos, está el más Alto de todos los tiempos; el que sí
es completamente justo y nada se le pasa: “¡Levántate, Señor! ¡Levanta, oh Dios, tu brazo! ¡No te olvides de los indefensos!” (Salmo
10:12).
Nada ni nadie se quedará por fuera
del juicio divino. Se puede hacer toda
la maldad que se quiera aquí en la tierra: robar, matar, secuestrar, violar,
pero Dios le pedirá a cada uno cuentas de su perversidad. Hay un dicho muy cierto: “Arriba está, quien
abajo mira”. Lo que sucede es que el
hombre en términos generales, se ha alejado tanto de Dios, que ya no tiene temor
alguno por Él, ni obedece sus preceptos ni ordenanzas. Es más, niega su existencia y se cree dueño
absoluto de su vida y de sus actos. Para
él, Dios no existe y poca importancia le da.
De ahí que por su corazón endurecido está de acuerdo con defender el
aborto, el matrimonio gay, etc., etc. y siempre con excusas como el decir que
se viola la libertad de las personas, hasta se permite la dosis diaria de
droga. Definitivamente estamos en el
tiempo en que “a lo bueno llaman malo; y a lo malo bueno” (Isaías 5:20).
Y siguiendo con el avasallamiento
al pobre, dice el Salmista: “Pero tu ves la opresión y la violencia, las tomas
en cuenta y te harás cargo de ellas. Las
víctimas confían en ti; tú eres la ayuda de los huérfanos” (Salmo 10:14). Los cristianos no podemos seguir indiferentes
a tanta injusticia y desorden social. No
podemos seguir siendo parte del problema, sino parte de la solución. ¿Cómo?
Simplemente actuando de acuerdo a las leyes divinas y no dejándonos
arrastrar por lo común de la gente. Dios
también nos pedirá cuentas de lo que nos correspondía hacer y no hicimos. Él, como el más Alto Oficial, lo vigila todo.
Permite Señor que levantemos nuestra
voz para abogar por el indefenso.
¡Cuánta necesidad hay de ayudar a los desplazados por la violencia, a
los que son juzgados injustamente, a los niños y ancianos abandonados! Tú Señor defiendes al huérfano y al oprimido;
danos la sabiduría y el discernimiento para saber cómo podemos lograr este
objetivo.
Un abrazo y bendiciones.
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