jueves, 18 de octubre de 2012

Entrando en su Presencia



Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo.   
Salmo 5:7.


Lectura diaria: Salmo 5:1-12.  Versículo principal: Salmo 5:7.

REFLEXIÓN

Cualquier sitio, momento u hora es propicio para hablar con el Señor, porque desde el mismo momento que le abrimos el corazón y entregado la vida, Él ya mora en cada uno de quienes lo aceptamos como Señor y Salvador; lo único que necesitamos es la disposición sincera para hacerlo.  Por su gran amor, ya tenemos acceso directo y no necesitamos mandarle razón con nadie más; nuestra relación con el Señor es personal e intransferible.
Este Salmo nos conduce a buscarle preferiblemente en la mañana: “Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta” (v. 3) Creo que la razón es porque estamos más descansados y con la mente despejada.  De este modo, podemos entrar en su presencia sin pesadez o sueño alguno; esto puede conducirnos al devocional diario.
Sin embargo, si queremos un tiempo especial con el Señor, no tenemos que esperar a que se llegue el nuevo día; perfectamente podemos recurrir a Él en el instante mismo.  El Señor siempre está dispuesto a escucharnos y de hecho se agrada en que lo hagamos.  No va a fijarse en la belleza de las palabras, va a mirar lo que hay en el corazón (1 Samuel 16:7).
Hay que aclamar al Señor y adorarlo con regocijo; presentarse ante Él con cánticos de júbilo; reconocerlo como Dios, sabiendo que Él nos hizo y somos las ovejas de su prado (Salmo 100:1-3).  “Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre. Porque el Señor es bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre” (Salmo 100:4-5). 
Busquemos más momentos especiales para entrar en su Presencia y adorarle como Rey y Señor.

Señor y Dios: Cuántas veces queremos un refrigerio para nuestra alma cansada y agobiada y nos olvidamos que existes.  Enséñanos a entender que siempre estás dispuesto para nosotros y podemos recurrir a tu presencia en cualquier circunstancia en que nos encontremos.  Estar en tus atrios es lo mejor que nos puede suceder.  ¡Un minuto en tu Presencia vale más que millones fuera de ti!

Un abrazo y bendiciones.

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