jueves, 11 de octubre de 2012

La fortaleza basada en el gozo del Señor



No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza.  
 Nehemías 8:10c.


Lectura diaria: Nehemías 8:1-12.  Versículo principal: Nehemías 8:10c.

REFLEXIÓN

Cuando afloran los problemas se nos olvida en quien hemos creído.  Dice Proverbios 24:10 “Si en el día de la aflicción te desanimas, muy limitada es tu fortaleza”.  No podemos dejar que el desánimo o la frustración nos depriman y entristezcan porque el Señor nos manda a estar siempre gozosos (Filipenses 4:4).
Ni los problemas del presente, ni el temor al porvenir, pueden hacer mella en nuestro corazón.  La Biblia dice que lo se teme eso llegará.  Si una persona vive pensando que al salir a la calle la van a atracar o robar, muy probablemente eso le sucederá.  Somos llamados a disfrutar y sacarle gusto a todo cuanto se nos presente: “Has amado la justicia, y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría” (Hebreos 1:9a).  Hay que aprender a disfrutar lo que tenemos alrededor en medio de la adversidad.  Sobre el particular, me sucedió algo que para mi es sobrenatural: en la clínica cuando recientemente me encontraba en cuidados intensivos, a pesar de estar donde estaba y que nunca había pasado por una situación de esas, sentía en esa habitación una paz extraordinaria, algo que incluso ahora no puedo descifrar; además la habitación tenía un ventanal donde podía admirar un pequeño bosque y percibir el ruido del viento sobre las hojas de los árboles, acompañado del vuelo de mariposas fugaces y de colibríes buscando el néctar de las flores.  Esto era más de lo que yo podía esperar y ahí aprendí que pese a las dificultades por las que me encontraba, el Señor estaba conmigo acompañándome y deleitándome con su gracia.  Definitivamente, esto no pudo ser sino la mano de Dios conmigo, consintiéndome y velando por mí.
Hoy que estoy aquí en mi llano, en la finca de mi prima, ¡cuánto disfruto viéndolo!  Solo le pido al Señor que me traiga pronto a estos lares ya que aquí he tomado nuevas fuerzas y siento que es lo mío.  No hay por qué estar triste, ya estoy bastante recuperada y con la ayuda del Señor todo saldrá bien.  Él es quien me dice: “¡Tranquila, no estés triste, que este es un día santo!” (v. 9c en la lectura, apropiándomelo).  ¡Este es el día que hizo el Señor para mí!  Día de alegría y de gozo.  ¡Aleluya!

Gracias Señor por enseñarme a verte en cada instante de mi vida.  Permite que también pueda transmitir ese gozo a todos aquellos que están en dificultades y necesitan una dosis de tu amor lleno de alegría y esperanza para sus vidas.

Un abrazo y bendiciones. 

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