miércoles, 3 de octubre de 2012

¡El Señor vendrá de nuevo!



¡Miren que vengo pronto!  Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho.  
 Apocalipsis 22:12.


Lectura diaria: Apocalipsis 22:7-21.  Versículo principal: Apocalipsis 22:12.

REFLEXIÓN

No es un cuento ni una fábula o leyenda. Todos los cristianos (católicos, protestantes y ortodoxos), lo esperamos y así lo proclamamos.  Es una verdad plasmada en las Escrituras y el regreso del Señor Jesucristo será algo inminente.  “De repente, se les acercaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: –Galileos, ¿qué hacen mirando al cielo?  Este mismo Jesús, que ha sido llevado de entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse” (Hechos 1:10b-11).  “Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces recompensará a cada persona según lo que haya hecho”; “—Tú lo has dicho —respondió Jesús—. Pero yo les digo a todos: De ahora en adelante verán ustedes al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo”. (Mateo 16:27 y 26:64).  “¡Miren que viene en las nubes!  Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra.  ¡Así será!  Amén” (Apocalipsis 1:7).
¿Si estamos esperando el regreso del Señor?  ¿Estamos preparados?  El apóstol Pedro nos dice que “vendrá como un ladrón”  y que mientras esto sucede: “Esfuércense para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él”; “crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:10, 14 y 18).  Esto es lo que tenemos que hacer.  En esta misma carta, el apóstol nos advierte que en los últimos días habrá gente burlona que se mofará preguntándonos “¿Qué hubo de esa promesa de su venida?”  Lo que pasa es que ellos no saben de la infinita misericordia de Dios: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza.  Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:4 y 9).
 El Espíritu y la novia dicen: “«¡Ven!»; y el que escuche diga: «¡Ven!» El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida”.  “Sí, vengo pronto.  Amén.  ¡Ven Señor Jesús!” (vv. 17 y 20 en la lectura).  Yo como su novia también exclamo: ¡Ven Señor Jesús!

Mi Señor y Salvador: Gracias por saber que tu regreso es un hecho inaplazable, y tu venida inalterable; Tu Palabra verdadera y digna de confianza nos lo reafirma. Eres el Alfa y la Omega, el que es y que era y que has de venir.  ¡Ven pronto Señor Jesús!  Tu pueblo te espera ansiosamente.   

Un abrazo y bendiciones.

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