sábado, 13 de octubre de 2012

La pereza se interpone a las metas




El perezoso ambiciona y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos”  
 Proverbios 13:4.


Lectura diaria: Proverbios 13.1-25.  Versículo principal: Proverbios 13:4.

REFLEXIÓN

La pereza es un mal que aqueja a muchísima gente, pero últimamente se ha generalizado más especialmente entre los jóvenes por causa de la misma tecnología que todo nos facilita de manera ágil y rápida.  Aparte de esto, otros se han acostumbrado infortunadamente a la plata fácil y cuando se trata de un trabajo digno le sacan el cuerpo.
La Biblia nos deja una enseñanza muy bonita a través de las hormigas, que deberíamos poner en práctica: “¡Anda perezoso, fíjate en la hormiga!  ¡Fíjate en lo que hace y adquiere sabiduría!  No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos” (Proverbios 6:5-8).  La hormiga trabaja incansablemente con total responsabilidad; su meta: provisionarse para el tiempo del invierno cuando le es difícil buscar alimento.  Lo planea, lo ejecuta y obtiene la recompensa. Deberíamos de seguir su ejemplo.
La persona perezosa, es aquella que no tiene metas ni propósitos; su vida está vacía porque se convierte en un ser holgazán y si no tiene quien vele por ella, se convertirá poco a poco en un indeseable.  La pobreza lo asaltará como un bandido, y al escasez como un hombre armado (Proverbios 6:11).  Todo porque no fue cultivando el deseo de trabajar ni de surgir en la vida y poco a poco aún después de viejo quiere seguir siendo mantenida por los suyos.  La Biblia dice que el que no trabaje que no coma, y así debería ser puesto que si miramos objetivamente, el trabajo es una bendición y no hay nada más agradable que alcanzar lo deseado con base en una labor remunerada.  El deseo  cumplido es árbol de vida y endulza el alma (vv. 12b y 19a en la lectura).
No nos dejemos llevar por la flojera y la falta de proyectos.  Empecemos a planear nuestros anhelos y deseos, y trabajemos fuertemente para verlos cumplidos.

Amado Señor: Te pedimos que nos enseñes a ser diligentes con nuestra vida, proyectando  metas que nos produzcan la satisfacción plena de los objetivos logrados.

Un abrazo y bendiciones.

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