viernes, 5 de octubre de 2012

Decir y actuar



Al oír esto, exclamaron: –¡Manos a la obra!  Y unieron la acción a la palabra.   
Nehemías 2:18b.


Lectura diaria: Nehemías 2:11-20.  Versículo principal: Nehemías 2:18b.

REFLEXIÓN

¿Cuántas veces los proyectos se nos quedan solamente en pensamientos o palabras?  Es más, otras tantas incluso oramos por eso, pero no actuamos.  Así somos; nos falta el impulso, la decisión.  Con razón se dice que “del dicho al hecho hay mucho trecho”.  Debemos dejar a un lado la inseguridad, el desaliento, la incredulidad y unir la acción a la palabra.
Nehemías nos deja el ejemplo del hombre decidido; del hombre de oración pero también de acción.  Como dice el pastor de la iglesia a donde asisto: Es “oracción”, porque no sacamos nada con orar y orar si no ponemos manos a la obra.  Si ya hemos puesto en manos del Señor los anhelos y propósitos, es necesario dar el paso siguiente y sacar avante lo propuesto.  Seguramente como en todo, nos encontraremos con tropiezos pero si continuamos sin desmayar podremos avanzar y obtener los resultados deseados.
Dios utilizó a Nehemías en la reconstrucción de los muros de Jerusalén y actuó como líder motivando, organizando y administrando lo propuesto.  Nehemías se entristeció al saber que su ciudad, la ciudad de sus antepasados que se había revestido de gloria en otros tiempos, ahora estaba derrumbada: “La muralla de Jerusalén sigue derribada, con sus puertas consumidas por el fuego” (Nehemías 1:3b).  Lógicamente, esto causó gran aflicción en él, pero no se quedó envuelto en su tristeza; hizo las cosas al derecho: oró porque a pesar de estar en el destierro, sabía que el Dios Omnipotente podría cambiar las cosas y concederle tener éxito ganándose el favor del rey para permitirle ir, y así sucedió.  No solamente tuvo el permiso, sino que además de eso, el rey le dio cartas para que los gobernantes no entorpecieran su viaje;  ordenó que el guardabosques le facilitara la madera necesaria, y mandó  que lo escoltaran con su caballería y sus capitanes (Nehemías 2:4-9), era mucho más de lo que esperaba.  Ya estando en el lugar de los hechos obró con prudencia y habló en el momento determinado con los judíos, los animó para que se le unieran en la tarea y reconstruyeran la muralla (vv. 17-18 en la lectura). 
Nehemías nos enseña cuánto se puede lograr cuando ponemos “manos a la obra” y continuamos sin desmayar así se nos presenten los obstáculos que sean.  Él los tuvo; pero confiaba plenamente en el Señor y a todo momento recurría en oración a su Dios porque sabía perfectamente en quien había creído.  Esto es perseverar; y hablando de la perseverancia, una persona muy querida por mi familia y por mí me escribió en estos días una frase que dice: “No es grande el que siempre triunfa, sino el que jamás se desalienta”.

Amado Señor: Permítenos ser decididos y actuar bajo tus parámetros para ser siempre consecuentes con lo que hablamos, poniendo empeño y valentía a las metas que nos trazamos y que por inconstantes dejamos a un lado.  Danos la gracia de perseverar y alcanzar los propósitos anhelados.

Un abrazo y bendiciones.

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