En realidad, para todo lo que se hace hay un cuándo y un cómo.Eclesiastés 8:6.
Lectura diaria: Eclesiastés 8:1-8. Versículo principal: Eclesiastés 8:6.
REFLEXIÓN
Así como vamos creciendo vamos
desarrollando nuestras propias habilidades.
Cuando pequeños, hacíamos lo que hacen los niños pequeños: jugar, cantar,
armas rompecabezas, etc. Aun así, el
niño desde su infancia puede ir mostrando los diferentes talentos con que Dios
lo ha dotado, pero no siempre sucede lo mismo.
Muchas veces, es a lo largo de la vida que nos damos cuenta de aptitudes ocultas y que nos toca sacar a
relucir en momentos quizá de crisis o cuando veíamos que todo estaba perdido.
Conocí el caso de una señora que
se desempeñaba como ama de casa y nunca su esposo la involucró en negocio
alguno. Su misión era únicamente su
hogar; si salía era para pasear con él y sus hijos pero nada más. Más adelante, su matrimonio de la noche a la
mañana sufrió una rotura y el esposo se fue dejando mujer e hijos a la deriva. Ella que nunca se había ocupado en aprender
alguna profesión aparte de la ser madre y esposa, sintió que el mundo se
derrumbaba a sus píes. Sin embargo, se
animó, tomó nuevas fuerzas y empezó a vender lotes en un
Parque-Cementerio. La verdad es que
todos quedaron asombrados de la habilidad que tenía en ventas, incluso se ganó
un carro con la empresa como mejor vendedora.
El fracaso nos hace buscar nuevas metas y propósitos.
Y a menudo nos encontramos con
ejemplos parecidos. Dios a todos nos ha
dotado de talentos, tal vez, muchos ocultos y que no hemos desarrollado pero
llegará el momento oportuno para sacarlos a relucir. Nunca podemos pensar que el tiempo se ha ido,
que nos volvemos viejos y que ya no servimos para nada; de ninguna manera. A medida que van transcurriendo los años, es
cuando nos damos cuenta cuánto tenemos para hacer y para ofrecer y es cuando
menos debemos quedarnos quietos. La soprano española Moserrat Caballé a pesar
de su edad avanzada, todavía sube a los escenarios; igualmente lo hacen muchos
artistas de renombre que incluso han padecido enfermedades graves, pero siguen
teniendo el tesón para continuar. Ni la
edad ni la discapacidad son obstáculos para empezar y triunfar en el cometido.
Eclesiastés 3:1 dice: “Todo tiene
su momento oportuno”. Pidámosle al
Espíritu Santo que nos muestre el tiempo oportuno para desarrollar aquellos
talentos que no conocemos y están latentes.
No dejemos de buscar “el cuándo” y “el cómo”; nunca es tarde para
empezar.
Amado Señor: Permite que nuestra
vida no pare de buscar y ampliar los conocimientos que nos has regalado. Enséñanos a explotarlos de la mejor manera.
Un abrazo y bendiciones.
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