viernes, 19 de octubre de 2012

Hacer todo con mesura



¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?
Eclesiastés 1:3.

Lectura diaria: Eclesiastés 1:1-18.  Versículo principal: Eclesiastés 1:3.

REFLEXIÓN

Salomón, el Predicador o Maestro, en el Libro de Eclesiastés nos advierte que no debemos afanarnos tanto, sino hacer las cosas con mesura, tranquilamente.   Respecto al trabajo es necesario y se debe desarrollar de la mejor manera, pero hay que tener mucho cuidado y no dejarse absorber por él, porque con el tiempo se dará cuenta que nada bueno le dejará su laboriosidad adicta: “Consideré luego todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas, y vi que todo era absurdo, un correr tras el viento, y que ningún provecho se saca en esta vida” (Eclesiastés 2:11).  ¿Cuántos ejemplos de ven de personas que han perdido su hogar, porque han cambiado su familia por el trabajo?  He conocido casos de quienes se han entregado con alma, vida y corazón a una empresa, y que pasaron de ser honrosos empleados a ser esclavos humillados solamente porque ellos no se valoraron y así lo permitieron.  Más tarde salieron de allí, sin ningún reconocimiento: solos, sin dinero y sin un afecto filial porque sus seres queridos también lo abandonaron. “Volví a sentirme descorazonado de haberme afanado tanto en esta vida” (Eclesiastés 2:20).
Dios si quiere que seamos responsables con la labor desempeñada porque esto lo honra a Él; pero de ninguna manera su deseo es que se cambien las prioridades.  El trabajo es necesario precisamente para el sustento de la familia, pero en ningún caso para pasar por encima y dejarla a un lado.  La persona adicta al trabajo se está haciendo un mal ella misma y las consecuencias pronto le llegarán. “El éxito radica en la acción sabia y bien ejecutada” (Eclesiastés 10:10b).  
Todo cuanto nos propongamos, debemos hacerlo bien pero con mesura.  Especialmente tener cuidado de no herir los corazones de quienes nos son importantes por causa del abandono y la indiferencia.  Hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar.

Señor: Gracias porque dejaste el trabajo como un medio de subsistencia y el tenerlo es una bendición.  Gracias porque nos enseñas el orden de las prioridades para lograr el éxito esperado.  Queremos honrarte con nuestro trabajo; permítenos ser testimonio a través de él.

Un abrazo y bendiciones.

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