viernes, 2 de marzo de 2012

Orar sin desmayar

¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia, y sin demora.
Lucas 18:7-8.


Lectura diaria: Lucas 18:1-8. Versículos principales: Lucas 18:7-8.


REFLEXIÓN


Respecto a la oración y las peticiones que hacemos, el Señor nos deja una lección a través de la parábola de la viuda insistente: Esta mujer se dirigió al juez de su pueblo a pedirle que le hiciera justicia frente a su adversario pero el juez todo el tiempo se negó. Sin embargo, fue tanta su insistencia que el juez llegó a la conclusión que aunque él no le temiera a Dios, ni le tuviera consideración a nadie, iba aceptar su petición para que le dejara la vida tranquila (vv. 4 y 5). El Señor mismo nos pregunta teniendo en cuenta las palabras del juez, ¿Dios no hará lo mismo con sus escogidos, y además sin demora? ¡Claro que sí! Si esto mismo es capaz de hacerlo una persona injusta, ¡cuánto más Él que es nuestro Padre Celestial!

Dios quiere de nuestra parte que nunca desmayemos en la oración. Hay que insistir, persistir y no desistir. De hecho Él como buen Padre amoroso que es, baja su cabeza hacia nosotros para escucharnos y poner toda su atención en las peticiones que le hacemos. Hay que orar sin cesar, creyendo en el corazón que ya tenemos las peticiones que hayamos hecho (1 Jn. 5:15). Dios por su naturaleza divina no es igual de variable al hombre terrenal.

Mateo 7:7 dice: “Pidan, y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá”. Nos dirigimos a Dios Padre en oración en el nombre de Jesús, para que el Padre sea glorificado en el Hijo (Jn. 14:13). El Señor Jesús quiere de hecho que lo hagamos porque esto glorifica al Padre.

Por más difícil que creamos que es una petición, no dejemos de presentársela al Señor; además de ser el Dios de los imposibles nos dice: “Antes que me llamen, yo les responderé; todavía estarán hablando cuando ya los habré escuchado” (Is. 65:24). Pidamos sin desmayar.


Mi buen Padre: Gracias porque ya bajaste tu cabeza para escuchar y hacer realidad nuestros anhelos, deseos y propósitos. Gracias Señor Jesús por interceder por nosotros y gracias Santo Espíritu por darnos todo tu poder para realizar y llevar a cabo todas nuestras peticiones.

Un abrazo y bendiciones.

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