sábado, 24 de marzo de 2012

Jesús enfrenta la realidad

No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno.

Juan 17:15.


Lectura diaria: Juan 17:1-26. Versículo principal: Juan 17:15.


REFLEXIÓN


El Señor Jesús, nuestro modelo de líder ejemplar, nos deja en este capítulo una lección bien clara para practicar. Es conmovedora su lectura: el Jesús-hombre, le habla al Padre como hombre, y le pide no solamente por sí mismo, sino de una manera especial por sus discípulos, por los que ya le conocen y le siguen. Lo asombroso también, es que se acuerda de interceder por los que habrían de llegar; por los que siguen. En resumidas cuentas por ti y por mí (vv.20-26). En su gran humildad a pesar de la angustia que llevaba por dentro, sudando gotas de sangre (Lc. 22:42-44), no se extiende mucho pidiendo por Él. Le importaba muchísimo más sus discípulos porque sabía y entendía su debilidad.

Su inmenso amor incondicional y conociéndonos como nos conoce; entendiendo la naturaleza pecaminosa humana porque: “De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí” (Ro. 7:19-20), le permite expresar al Padre: “No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno”. Esta frase enseña una verdad tan palpable como entender que el sol sale de día y la luna de noche. Sin embargo, he ahí el problema: muchos pastores y evangelistas pecan por querer sacar del mundo a sus seguidores. Se les olvida que Jesús estuvo entre los del mundo; pecadores estafadores, ladrones, prostitutas, etc. “–No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos”; “No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan” (Lc. 5:31 y 32). Entonces, ¿por qué en tantas iglesias retrógradas se juzga a los fieles porque asisten bien sea a una ceremonia de gala o una informal? ¿O porque van vestidos así o asá? ¿O porque las mujeres se arreglan como deben hacerlo y para ellos eso es pecado? He conocido muchísimos casos de jóvenes hijos de pastores que han sido reprimidos por años y cuando de verdad salen al mundo se desenfrenan dejando un triste testimonio no solo de ellos sino de sus progenitores. Es ridículo pensar que estamos en las nubes; que no estamos pisando tierra. El Señor lo sabía y lo dijo: “No te pido que los quites del mundo”; ¡ilógico es el pensarlo! ¡Es un absurdo! En el mundo es donde tenemos que demostrar nuestra fe. Tenemos que ser luz donde hay tinieblas. A eso nos llamó el Señor.

En el mundo la tentación siempre va a existir; por lo que hay que orar es, porque seamos capaces de resistirla: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman”; “Resistan al diablo, y él huirá de ustedes” (Stg. 1:12 y 4:7). También aprendamos desde ahora a interceder no solo por los que han creído sino por los que vienen detrás nuestro; por los que aún no han llegado, pero llegarán rendidos a sus píes.


Señor: Gracias por tenernos en este punto crítico de la historia de la humanidad. Permite que tus discípulos seamos la antorcha que recorre senderos oscuros para que otros puedan ver tu luz. Enséñanos a enfrentar la realidad pecaminosa con el dominio y la fortaleza que provienen de tu Santo Espíritu.


Un abrazo y bendiciones.

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