domingo, 18 de marzo de 2012

Creerle para ver sus maravillas

–¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? –le contestó –Jesús.
Juan 11:40.


Lectura diaria: Juan 11:17-44. Versículo principal: Juan 11:40.


REFLEXIÓN


Solamente hay que accionar la fe para ver lo que el Señor puede hacer por nosotros. El Señor dijo que si tuviéramos fe como un grano de mostaza, le diríamos al árbol que se desarraigara y se plantara en el mar (Lc. 17:6), y nos obedecería. El grano de mostaza es el más pequeño de las semillas; es minúsculo. Sin embargo, ni siquiera hasta allá alcanza nuestra fe. Marta, la hermana de Lázaro se preocupó cuando el Señor mandó quitar la piedra donde yacía el cuerpo sin vida de su hermano. Le quedaba difícil creer que el Señor podría resucitarlo, tanto así, que le había dicho con anterioridad: “–Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final” (v. 24). Ella, que al igual de María conocía tan profundamente al Señor dudó en su corazón; y a pesar de reconocerlo como el Cristo, el Hijo de Dios que venía al mundo (v. 27), no lograba captar las palabras de Jesús.

Nos pasa exactamente como a Marta. No tenemos la convicción de la Palabra de Dios y dudamos de lo que Dios puede hacer en nuestras vidas. Hay que creerle que puede restaurar vidas quebrantadas por el dolor de una enfermedad o afectivamente (Lc. 5:17-26); creerle que los cielos y la tierra le pertenecen y es el dueño absoluto de todo el oro y la plata del mundo (Hag. 2:8); creerle, que la bendición se derramará sobre nuestros hijos y brotarán como hierba en los prados (Is. 44:3); creerle que con Él se encuentra la verdadera libertad (Jn. 8:32).

Entendamos que lo único que el Señor nos demanda es “creerle”. Estas cinco letras encierran lo que tenemos que hacer para ver sus maravillas. Yo estoy segura que el Señor no está tan interesado en las palabras bonitas que podamos expresarle, como tampoco quiere sacrificios u ofrendas ostentosas si antes en nuestro corazón no se ha sembrado la semilla de la fe para contemplar su poder y gloria.

Dios puede resucitar hoy tu hogar deshecho; darle vida a tu hijo consumido por las drogas; levantar tus finanzas. La única condición es que actives tu fe y digas:

“Señor, yo creo que tú eres el Hijo de Dios y lo puedes hacer”.


Un abrazo y bendiciones.

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