lunes, 5 de marzo de 2012

Dichoso el escogido por el Señor

¡Dichoso aquel a quien tú escoges, al que atraes a ti para que viva en tus atrios! Saciémonos de los bienes de tu casa, de los dones de tu santo templo.
Salmo 65:4.


Lectura diaria: Salmo 65:1-8. Versículo principal: Salmo 65:4.


REFLEXIÓN


La persona que es atraída por el Señor es completamente dichosa. Dichoso quiere decir bienaventurado, próspero, feliz, favorable. De todos estos calificativos puede gozar quien se acerca con corazón humilde al Señor. Lo importante es reconocer cuan pecador se ha sido. Dice el salmista: “A ti acude todo mortal, a causa de sus perversidades. Nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonaste”. La obra que Dios hace en cada uno de los pecadores arrepentidos es maravillosa: se tiene acceso directo a su Presencia; empieza a restablecer la justicia perdida y es la única esperanza cierta que se tiene. Aparte de eso, nuestro Dios trae salud y medicina; restaura el alma agobiada, maltratada y menospreciada; prospera cualquier trabajo emprendido: “Mis escogidos disfrutarán de las obras de sus manos. No trabajarán en vano” (Is. 65:23a). Y la promesa sobre los hijos se cumplirá: “ni tendrán hijos para la desgracia; tanto ellos como su descendencia serán simiente bendecida del Señor” (Is. 65:23b).

Son tantos los beneficios que se tienen a la mano con solo reconocer a Jesús como Señor y Salvador personal, que es triste pensar que por desconocimiento, negligencia, orgullo o displicencia no se le conoce y sin saber sus consecuencias se rechaza simplemente porque para muchos voltear los ojos a Dios, es de ignorantes o atrasados. No saben que todo el que lo rechaza sufrirá la condenación eterna. El mensaje de salvación es claro, rotundo y directo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios” (Jn. 3:16-18). Esta es la Palabra de Dios, veraz y eficaz porque “El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras jamás pasarán" (Lc. 21:33) lo dijo el mismo Señor Jesús. Actualmente, la era de la alta tecnología nos invade y pareciera que cada día el hombre es más autosuficiente, y por consiguiente cree no necesitar nada más: todo se vuelve material para él. Por eso dice enseguida Lucas: “Tengan cuidado, no sea que se les endurezca el corazón por el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida” (Lc.21:34).

Para los que no han degustado al Señor, les invito a que lo prueben y comprueben por sí mismos cuán agradable y bienaventurado es estar entre sus escogidos. Es vivir la perfecta aventura de la vida a su lado.


Señor Jesús: gracias por los que ya tenemos el privilegio de conocerte y por los que vienen detrás de nosotros. Permite que la luz del evangelio ablande los corazones entenebrecidos por la razón y el orgullo personal, de tantos que andan perdidos por el mundo.


Un abrazo y bendiciones.

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