jueves, 8 de marzo de 2012

Mujeres privilegiadas

Asustadas, se postraron sobre su rostro, pero ellos les dijeron: –¿Por qué buscan ustedes entre los muertos al que vive? No está aquí; ¡ha resucitado!”. “Las mujeres eran María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo, y las demás que las acompañaban.
Lucas 24:5-6a y 10.


Lectura diaria: Lucas 24:1-12. Versículos principales: Lucas 24:5-6a y 10.


REFLEXIÓN


Siendo la sociedad judía patriarcal, ¿Por qué Dios permitió que fueran mujeres las primeras en descubrir la tumba vacía? Creo que precisamente para restituirla y darle un puesto de honor dentro de la sociedad en general. Estas mujeres fueron las testigos principales en el acontecimiento; las primeras en divulgarlo como tal y las primeras en ver a Jesús resucitado.

En el Nuevo Testamento, vemos que fueron las mujeres quienes le servían y acompañaban en su ministerio, inclusive estuvieron a su lado en el camino al Calvario sufriendo por su Señor: “Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: –Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos” (Lc. 23:28); “Las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea siguieron a José para ver el sepulcro y cómo colocaban el cuerpo. Luego volvieron a casa y prepararon especias aromáticas y perfumes” (Lc. 23:55-56). A lo largo del Nuevo Testamento se nos habla de ellas: Tabita (Dorcas), era discípula y se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres (Hch. 9:36). También vemos a la abuelita Loida y a la madre Eunice de Timoteo, quienes contribuyeron a acrecentar la fe de este joven y dirigirlo al servicio del evangelio, al lado de Pablo. En el Antiguo Testamento también existieron mujeres dignas de admirar como nos lo recuerda Hebreos 11 respecto a Sara y a Rajab; eso sin tener en cuenta a otras como Débora, Ester y Rut quienes tuvieron posiciones destacadas.

La mujer ha sido dotada por Dios de grandes virtudes como: amor, dulzura, fortaleza, sensibilidad, sensatez; es la esencia de la vida y del existir del hombre; es la base donde se sienta un hogar estable, forjadora de formación e influencia en los hijos. Es la mano bondadosa que está presta a estirar el brazo al necesitado; es la mujer de carácter y disciplina que puede desempeñar a cabalidad cualquier cargo que se le encomiende. Su belleza no está dada por lo físico sino por su dulzura, humildad, ternura y serenidad. En ella están la intuición, el análisis, el discernimiento y la sabiduría que vienen de Dios.

Mujeres: somos privilegiadas por la naturaleza misma dada por nuestro Creador. Aprendamos a ser fuentes de amor, delicadas y seguras, ante un mundo que nos espera, ávido de nuestros talentos.


Amado Señor: Gracias por la misión que has puesto en nosotras las mujeres para ser embajadoras de tu amor e integridad aquí en la tierra.

Un abrazo y bendiciones.

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