martes, 20 de marzo de 2012

El nuevo mandato

Este nuevo mandamiento les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.
Juan 13:34.


Lectura diaria: Juan 13:31-38. Versículo principal: Juan 13:34.


REFLEXIÓN


El Señor nos manda amarnos incondicionalmente; exactamente como Él lo hace con nosotros. Tal como explica el amor 1 Corintios 13. El amor que todo lo espera, lo sufre, lo perdona; el amor que es paciente y bondadoso; que no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso. El amor que no se comporta con rudeza, ni es egoísta; el amor que no guarda rencor, ni se enoja con facilidad; tampoco se goza con la maldad. El amor que todo lo cree, todo lo soporta. Ese es el amor con el que el Señor nos ama y espera de nosotros hacia los demás.

Cuando le preguntaron al Señor cuál era el mandamiento más importante no solamente hizo alusión a “Amar a Dios sobre todas las cosas” sino que también dijo: “El segundo se parece a éste: Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 22:36-40). Si nos amamos, no queremos que se nos haga ni hacernos ningún daño; por consiguiente tampoco debemos hacerles daño a los demás. El apóstol Juan en su Carta nos dice que por esto “sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos”; y “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos” (1 Jn. 3:14 y 16).

¿Nos cuesta perdonar? ¡Claro que sí! Sin embargo, es una orden dada por el Señor: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen” (Mt. 5:44); y más adelante nos explica que si amamos solamente a los que nos aman ¿qué recompensa tendremos? Ninguna, porque esto es lo normal. En cambio el detalle se encuentra cuando amamos al que nos ha hecho mal. Esto quiere decir que tenemos que perdonar (Mt. 18:21-22; Ef. 4:32b). Perdonar es una decisión y hay que hacerlo con el corazón. Recordemos que el que odia a su hermano se convierte en un asesino y ellos no tienen cabida en la vida eterna (1 Jn. 3:15).

Propongámonos a cumplir con el nuevo mandato del Señor amando de verdad a nuestro prójimo: de corazón y con hechos reales; tal como lo espera que lo hagamos.


Señor Jesús: Enséñanos a amar del mismo modo que tú lo haces con nosotros y permite que esto sea un modo de vida en nuestro diario vivir.


Un abrazo y bendiciones.

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