lunes, 1 de noviembre de 2010

Lo vano de la vida

Lo más absurdo de lo absurdo, -dice el maestro-, lo más absurdo de lo absurdo, ¡todo es un absurdo!
Eclesiastés 1:2


Lectura diaria: Eclesiastés 1:1-18. Versículo del día: Eclesiastés 1:2.


ENSEÑANZA


Vale la pena escuchar las palabras del hijo de David, el hombre dotado con más sabiduría que ha existido. Salomón lo tuvo todo a sus píes, Dios no sólo lo premió con sabiduría sino con fama y riquezas, por eso en el libro de Eclesiastés nos habla sobre su propia experiencia y llega a la conclusión que todo “¡es correr tras el viento!” (v. 14). Él mismo reconoce que “mientras más sabiduría, más problemas; mientras más se sabe, más se sufre” (v.18). Este hombre lo tuvo todo; construyó palacios y casas; cultivó viñedos, huertos y jardines; tuvo esclavos y esclavas que le servían; ganado en cantidades; amontonó oro y plata de otros reyes e incluso formó su propio harem (Ec. 2:1-8). Sin embargo, llegó a la conclusión que todo esto no era más que vanidad; todo era un absurdo, nada absolutamente nada de todas estas cosas levantadas, se llevaría a la tumba, y tanto el rico como el pobre, el sabio como el necio tienen como destino el sepulcro. Entonces la pregunta es: ¿qué debemos hacer para hallarle sentido a la vida? Al final del libro, el Predicador nos lo confirma: “El fin de este asunto es que ya se ha escuchado todo. Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre” (Ec. 12:13). Ahora en este tiempo tenemos de quien cogernos para aprovechar bien la vida que Dios nos da, tenemos en Jesucristo al eje principal y motivador de la vida, con Él podemos alcanzar no solamente la vida eterna sino empezar a disfrutar desde aquí la vida abundante que nos prometió (Jn. 10:10). ¿Quieres encontrarle sentido a la vida? Te invito a compartir este deseo con el único que es portador de salvación. La Biblia nos afirma en Hechos 4:12: “En ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos” y también dice: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Ro. 10:9). Jesucristo, la piedra que desecharon los constructores (el pueblo judío), está disponible para ti. Si es tu deseo entregarle tu vida hoy creyendo en tu corazón que Él es Dios, te invito a decírselo: Señor Jesucristo, yo te necesito, te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por venir a morir por mis pecados, darme la vida eterna y todo el poder de tu Santo Espíritu. En tu nombre Jesús, amén. Te felicito. Es la mejor decisión de tu vida y ahora puedes comprobar que la vida no es vana y que con Jesús experimentas algo nuevo cada día.


Un abrazo y bendiciones.

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