miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cada cual en su lugar

Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor…Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella…Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres.

Efesios 5:21, 25, 6:1.


Lectura diaria: Efesios 5:21-6:4. Versículo del día: Efesios 5:21, 25, 6:1.


ENSEÑANZA


Sostener el hogar no es tarea fácil. A diario se presentan multitud de contrariedades y si no tenemos el control del Espíritu Santo obrando podemos convertir “el dulce hogar” en “el dulce infierno”. Dios en su infinita sabiduría dejó unos parámetros para cumplir dentro del matrimonio y es ahí donde está la clave de la relación. Cuando cada uno de los miembros ocupa su lugar y sabe lo que le corresponde ejercer como rol, es muy llevadero el matrimonio. Las mujeres solemos tener dos defectos que mal manejados pueden echar al lastre la unión: uno, el ser dominantes y otro, el ser cantaleteras. Ninguno de estos nos puede dejar bien parqueadas, porque el hombre por su naturaleza machista quiere siempre sobresalir y en segundo lugar, ellos evitan a la mujer pendenciera (Pr. 21:9); por esa razón muchos ni siquiera llegan temprano a casa para no tener que encontrarse con una esposa rencillosa y amargada; para el hombre es un suplicio tener que convivir con mujer así; la Palabra la compara con gotera continua que va poco a poco destruyendo y en este caso, el amor. Problemas los encontramos en todas las familias. En mi Biblia hay un devocional muy instructivo al respecto, donde se insinúa buscar siempre un lugar apropiado para ir y presentarle las cargas al Señor. ¡Qué bien nos haría practicar ese consejo! Allí podríamos descargar toda la ansiedad, mal genio, crítica y en fin lo que nos está carcomiendo por dentro. ¿Quién mejor que el Señor para escucharnos? Y esto no es sólo para las mujeres, también podrían hacer uso de ese sitio, los esposos y los hijos. Sin embargo, es importante que en todo hogar haya siempre un momento para el dialogo y discutir en familia aquello que nos molesta, pero qué bonito sería, antes haberlos puesto a los píes del Señor. Aprendamos a ser sabios (esposos, esposas, hijos) y evitarnos contratiempos que nos roben la paz; ubiquémonos cada uno en el lugar que nos corresponde y cumplamos con el mandato del Señor, de acuerdo a lo estipulado en su Palabra.


Un abrazo y bendiciones.

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