martes, 23 de noviembre de 2010

Hijos de Dios

¡Fíjense qué gran amor nos ha dado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y lo somos!
1 Juan 3:1.


Lectura diaria: 1 Juan 3:1-10. Versículo del día: 1 Juan 3.1.


ENSEÑANZA


Cuando aceptamos al Señor Jesucristo como Señor y Salvador de nuestra vida nos convertimos automáticamente en hijos de Dios: “Más a cuántos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Jn. 1:12). Si creemos lo que dice la Biblia creemos entonces en la obra redentora de Jesús que como Hijo de Dios vino a pagar en el momento propicio por nuestros pecados y transgresiones, Gálatas dice: “Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos. Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: <>” (4:5-6); al recibirle en nuestro corazón empezamos a ser parte de su reino. El apóstol Juan aquí en su carta nos recuerda con mucho énfasis en que reconozcamos cuál ha sido el amor tan grande de Dios que hasta nos llama hijos y lo exalta con las palabras “¡Y lo somos!”, por consiguiente no tengamos la menor duda sobre ello. El Espíritu Santo quien entra a morar también en nosotros, da testimonio de que somos hijos de Dios, Romanos nos lo comprueba: (Ro. 8:16). Si Dios nos ha mirado con tanto amor y misericordia, volvamos también los ojos con gratitud hacia Él. Si ya somos sus hijos actuemos como todo padre lo desea y si todavía no le conocemos como Padre, reconozcamos a su Hijo amado enviado a la tierra en representación de Él, para que por su intermedio formemos parte de la familia celestial.


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: